Diario De Un Naufragio, A La Sombra Del Árbol

Mientras Marc se iba acercando al bullicio de la plaza del pueblo, se pudo fijar en un anuncio que habia colgado de una pared, donde el papel casi se despedazaba con la fuerza del viento pero que atinó a leer, el cartel rezaba lo siguiente...

"Si Buscas Evadirte Del Ruido De La Vida, Unete A Nosotros, Y Oiras Las Del Mar..Si Estas Interesado Ve Al Final Del Muelle Cualquier Madrugada. Carlos."
Marc se quedo parado viendo el cartel durante unos segundos hasta que unos niños que jugaban lo despertaron del ensueño con un tintineo de las canicas. Entonces se dirigio de nuevo de camino a la plaza del pueblo pensando en aquella frase del tal Carlos. Al llegar a la plaza se dirigio primero a la papelera para rebuscar y encontrar como cada mañana el periodico del dia anterior, el cual le serviria de informacion y de mantel para su almuerzo. Despues de acerco al banco y se sento tranquilamente, observando el cielo y terminandose el ultimo trozo del mendrugo de pan.

Entonces dirigio la mirada a la plaza, era una plaza rectangular, con acerado clasico, donde los dibujos hacian el cuadro perfecto visto desde los balcones de los pisos, y donde los bancos, arboles y papeleras se intercalaban entre si, para dar un toque señorial a la misma. La plaza de San Marcos, como asi se llamaba originalmente perdio su nombre al cabo de varios meses, quedandose en la plaza del pueblo. Marc se recosto sobre el banco a ver pasar a la gente.

Ya se conocia la vida de los que pasaban por alli, porque pasaban siempre a la misma hora, estaba Esteban, el Boticario, casado con una mujer bastante simpatica y con dos hijas rebeldes, que hacia lo que fuera para que sus hijas estuvieran en casa temprano. Tambien pasaba por alli de camino a casa Josep, el panadero, el cual ya iba de vuelta a casa despues de repartir todos los pedidos desde las seis de la mañana hasta el mediodia, Josep estaba soltero y sin ninguna gana de casarse, algo que no tenia en cuenta sus padres que se mataban por casarlo.

Y la ultima y la que mas le fascinaba era una mujer, de la cual no sabia el nombre todavia, pero que hacia varios dias la veia pasar cada mañana con la bolsa de tela de camino al mercado, muy bien arreglada y soñando con algo que su boca no se atrevia a decir, cabe recordar que cada vez que pasaba por su lado le dejaba una pieza de fruta o algo parecido, y eso Marc lo agradecia siempre con un asentimiento cortes de cabeza y un Bon Dia.

Aquella mañana no fue diferente y la mujer se acerco a dejarle la pieza de fruta, y entonces Marc hablo...

-Bon Dia, ¿Señora?

- Almudena, Señora Almudena, ¿y tu?

- Marc, mendigo de profesion, y poco de señor.

. Encantado de conocerle Señor Marc, no le importara que cada dia le deje una pieza de fruta, ¿verdad?

- Pues no, ultimamente no he podido vivir sin ese tentempie que me ofrece cada mediodia, y que mi estomago  agradece con amplia sonrisa.

- Pues asi sera, Señor Marc, asi que nos vemos mañana a la misma hora en este mismo banco.

- Por supuesto Señora, y rogaria que no me dijera señor, ni lo soy ni lo aparento.

- No es señor quien lo aparenta si no quien con su educacion lo deja fehaciente.

- Gracias señora,¿en que piensa cada mañana, y porque su sonrisa lo tapa con dulzura?

Entonces Almudena giro sobre sus pies y se encamino de nuevo para su casa, dejandole como regalo una sonrisa a Marc que lo tuvo con la sonrisa hasta que se termino la pieza de fruta, y recostado en el banco y a la sombra del Árbol se quedo dormido entre ruidos de pajaros y vientos y pensando en el mensaje del tal Carlos en aquel papel apunto de volar...

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