Tenebris Passiones, Al Amanecer...
Roma.
Primavera de 217 a. C
Roma seguía embarcada en la guerra contra Cártago. El miedo comenzaba a hacer mella en la moral romana mientras Emilia tenía preocupaciones más importantes que una lejana guerra que no tenía repercusiones a su vida diaria, o al menos eso pensaba ella. No había podido dormir en toda la noche debido a lo que había ocurrido la noche anterior. Todavía tenía las marcas que había dejado Marco Porcio Catón en su espalda. No había esperado jamás la reacción que había tenido su amo para defender su integridad, no estaba acostumbrada a que miraran tanto por su seguridad y salud, y aunque era cierto que su antiguo amo le había tratado casi como una persona libre, recordaba algunos momentos en los que su status de esclava había salido a relucir con más saña de la que esperaba.
Estaba sentada en el suelo mientras miraba por una pequeña ventana como el cielo de Roma se iba iluminando gracias al potente sol que haría aquel día. Tenía muchas cosas en la cabeza y sabía que dentro de poco se encontraría de nuevo con Cneo Cornelio Aculeo, su amo, y quien la había defendido en aquella domus fuera de Roma. Quería darle las gracias, pero no sabía cómo, cuándo, y si las aceptaría.
Se levantó antes que las demás esclavas y acudió a las cocinas intentando buscar paz mientras realizaba las primeras tareas para mantener viva aquella domus, y para no recibir llamadas de atención o simples azotainas. Una hora más tarde entraba la ama de la casa y sin apenas reparos, agarró a Emilia del brazo y salió con ella a la parte trasera de la domus, estaba claro que quería hablar con ella en privado.
- ¿Dónde fuisteis anoche, esclava?
Emilia esperaba esa conversación, pero no a esas horas y de manera tan directa. Decidió no mentir, no sabía que había contado su amo y no quería jugar con su vida ante aquella mujer.
- Fuimos a una domus fuera de Roma, mi ama.
- ¿Fuera de Roma? Interesante, pues sólo hay una domus fuera que a Cneo le puede interesar... ¿Qué paso allí?
- No se nada. Estuve en las cocinas con las demás esclavas. - respondió con convicción.
Supo al instante que su ama estaba ponderando la respuesta de ella. Sabia que no podía decir nada en contra de lo que había contado, pues sabía que el lugar de las esclavas era la cocina si su amo no reclamaba su atención para cualquier tarea. Al asentir, Emilia dejó escapar cierto aire de alivio, hasta que escuchó la siguiente frase.
- Ya que no puedo acabar con tu vida sin el beneplácito de Cneo Cornelio Aculeo, tu amo, he decidido que me servirás de confidente en las salidas de tu amo por las calles de Roma y me contarás todo lo que veas con tus ojos antes de te vayas a descansar. Es de vital importancia que hagas lo que te ordeno si no quieres que acabe con tu vida aunque no sea consensuada esa orden. Esclavas hay muchas, pero oportunidades como la que te ofrezco ahora mismo pocas o ninguna.
Emilia se quedó parada con los ojos clavados en su dueña, aunque sabía que era una completa falta de respeto. Decidió no hablar ni responder a aquella proposición y que entendiera el silencio por ella misma. No quería una azotaina.
- Entiendo ese silencio como una confirmación a mi orden. Bien esclava, al parecer, mi marido ha hecho un buen negocio comprándote. Recuerda que morirás si descubro que me mientes o que no me lo cuentas o que Cneo se entera de mi orden, tu vida será sesgada. No tengo porque contarte los motivos que poseo para darte esa orden. Así que cumple tu orden y tu vida seguirá siendo útil . Pero recuerda que tu vida no tiene importancia, y menos para mí. Ahora regresa a tus deberes, esclava.
Emilia regresó a las cocinas sin dejar de pensar en aquello que le había propuesto su ama. Era una tarea arriesgada, y aunque había pensado en decir que no, estaba segura que negarlo seguramente le hubiera costado la vida. No sabía porqué, pero tenía que contárselo a su amo. Estaba en deuda con Cneo Cornelio Aculeo. No aceptaría un agradecimiento de una esclava, pero había muchas maneras de agradecer un servicio, y lo iba a aprovechar aun cuando pudiera costarle la vida.
Primavera de 217 a. C
Roma seguía embarcada en la guerra contra Cártago. El miedo comenzaba a hacer mella en la moral romana mientras Emilia tenía preocupaciones más importantes que una lejana guerra que no tenía repercusiones a su vida diaria, o al menos eso pensaba ella. No había podido dormir en toda la noche debido a lo que había ocurrido la noche anterior. Todavía tenía las marcas que había dejado Marco Porcio Catón en su espalda. No había esperado jamás la reacción que había tenido su amo para defender su integridad, no estaba acostumbrada a que miraran tanto por su seguridad y salud, y aunque era cierto que su antiguo amo le había tratado casi como una persona libre, recordaba algunos momentos en los que su status de esclava había salido a relucir con más saña de la que esperaba.
Estaba sentada en el suelo mientras miraba por una pequeña ventana como el cielo de Roma se iba iluminando gracias al potente sol que haría aquel día. Tenía muchas cosas en la cabeza y sabía que dentro de poco se encontraría de nuevo con Cneo Cornelio Aculeo, su amo, y quien la había defendido en aquella domus fuera de Roma. Quería darle las gracias, pero no sabía cómo, cuándo, y si las aceptaría.
Se levantó antes que las demás esclavas y acudió a las cocinas intentando buscar paz mientras realizaba las primeras tareas para mantener viva aquella domus, y para no recibir llamadas de atención o simples azotainas. Una hora más tarde entraba la ama de la casa y sin apenas reparos, agarró a Emilia del brazo y salió con ella a la parte trasera de la domus, estaba claro que quería hablar con ella en privado.
- ¿Dónde fuisteis anoche, esclava?
Emilia esperaba esa conversación, pero no a esas horas y de manera tan directa. Decidió no mentir, no sabía que había contado su amo y no quería jugar con su vida ante aquella mujer.
- Fuimos a una domus fuera de Roma, mi ama.
- ¿Fuera de Roma? Interesante, pues sólo hay una domus fuera que a Cneo le puede interesar... ¿Qué paso allí?
- No se nada. Estuve en las cocinas con las demás esclavas. - respondió con convicción.
Supo al instante que su ama estaba ponderando la respuesta de ella. Sabia que no podía decir nada en contra de lo que había contado, pues sabía que el lugar de las esclavas era la cocina si su amo no reclamaba su atención para cualquier tarea. Al asentir, Emilia dejó escapar cierto aire de alivio, hasta que escuchó la siguiente frase.
- Ya que no puedo acabar con tu vida sin el beneplácito de Cneo Cornelio Aculeo, tu amo, he decidido que me servirás de confidente en las salidas de tu amo por las calles de Roma y me contarás todo lo que veas con tus ojos antes de te vayas a descansar. Es de vital importancia que hagas lo que te ordeno si no quieres que acabe con tu vida aunque no sea consensuada esa orden. Esclavas hay muchas, pero oportunidades como la que te ofrezco ahora mismo pocas o ninguna.
Emilia se quedó parada con los ojos clavados en su dueña, aunque sabía que era una completa falta de respeto. Decidió no hablar ni responder a aquella proposición y que entendiera el silencio por ella misma. No quería una azotaina.
- Entiendo ese silencio como una confirmación a mi orden. Bien esclava, al parecer, mi marido ha hecho un buen negocio comprándote. Recuerda que morirás si descubro que me mientes o que no me lo cuentas o que Cneo se entera de mi orden, tu vida será sesgada. No tengo porque contarte los motivos que poseo para darte esa orden. Así que cumple tu orden y tu vida seguirá siendo útil . Pero recuerda que tu vida no tiene importancia, y menos para mí. Ahora regresa a tus deberes, esclava.
Emilia regresó a las cocinas sin dejar de pensar en aquello que le había propuesto su ama. Era una tarea arriesgada, y aunque había pensado en decir que no, estaba segura que negarlo seguramente le hubiera costado la vida. No sabía porqué, pero tenía que contárselo a su amo. Estaba en deuda con Cneo Cornelio Aculeo. No aceptaría un agradecimiento de una esclava, pero había muchas maneras de agradecer un servicio, y lo iba a aprovechar aun cuando pudiera costarle la vida.
Bien!, nuevo capi!, y uno muy interesante, por cierto, jejeje
ResponderEliminarAhora a esperar al siguiente capi! >.<
Bs!
Aunque ha sido un capítulo corto y me he quedado con ganas de más ha sido interesante y directo, sin rodeos y me gusta :3
ResponderEliminarOjala subas el cap. Pronto pero por favor más largo si puede ser :( que si no se me hace poco jajaja
Esto se pone cada vez más interesante :3
ResponderEliminarMe gusta el valor de Emilia, el que, aún arriesgando su vida, valla a poner al corriente a su amo para agradecerle el favor que le hizo ^^
Espero el siguiente capítulo :3
Un beso ^^
http://locoyunicomundo.blogspot.com.es/
Si escribes sobre una fecha en concreto deberías documentarte. Por ejemplo si digo; en el año que España acogió la Expo, no será 1991 ni 1993...
ResponderEliminarEn el 217 a.C. tuvo lugar la batalla en el lago Tasimeno, que como bien sabes está en Italia, a las puertas de Roma... Así que Emilia estaría tan acojonada como la mayoría de ciudadanos romanos. Era está la última oportunidad para parar a Aníbal.
Unos de los grandes misterios de la Historia es el porqué Aníbal no atacó Roma una vez quedó sin la protección de la Legiones...
Comenzando porque se llamaba la batalla de Trasimeno y no Tasimeno... Otra cosa es que Emilia se preocupará por lo que estime oportuno, porque no es una ciudadana de roma, sino un esclavo, y no creo que estuviera muy puesta en las estrategias militares de Roma, y tampoco era la última oportunidad de parar a Aníbal, porque no se si sabes que luego tuvo lugar la batalla de Cannae, quedando Trasimeno en una emboscada preparada por Aníbal. Documentado estoy, creo yo.
ResponderEliminarMe gusta, esta tomando forma esto. Yo te aconsejo que cuand termines esta historia la subas a Amazo o te lances con las editoriales porque esta genial. Cada vez esto sw pone mas interesante, capitulo pronto
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