Circo Negro, Un Nuevo Traje.
Eran las doce de la noche cuando un silenciosa comitiva llegaba al pueblo donde Roberto, por sugerencia de sus Maestros, habĂa instalado de nuevo el circo para comenzar a preparar las nuevas funciones, además de incorporar a nuevos payasos, malabaristas y todo lo que hiciera falta para que el Circo Negro consiguiera el Ă©xito que le habĂa asegurado a todos, y el secreto la tenĂan las nuevas lonas, y aunque serĂan un problema, ya se encargarĂa de que todos aceptaran las normas ya que, básicamente y como habĂa dicho Marc, eran su salvavidas y debĂan hacerle caso. Fue entonces cuando saliĂł de la caravana que, diligentemente le habĂa cedido Marc hasta que llegara la suya, para dirigirse al tráiler negro que traĂan las nuevas lonas, y un nuevo cartel para reemplazar el ajado de El Circo Maravillas.
- Bienvenidos al nuevo Circo Negro, ¿traen lo que os encomendĂ©?
- Buenas noches querido Quiómus. Si, los Maestros nos lo encargaron y hemos venido lo más rápido posible. - terminó con una reverencia debido a quien era Quiómus dentro de las Tierras Rojas.
- Os rogarĂa que me llamarais Roberto, no es conveniente revelar mi nombre aquĂ, aun. ¿PodĂ©is encargaros de montarlas con las artes que os han enseñado? QuerĂa dar una sorpresa a mis queridos sĂşbditos, quiero decir, amigos. - sonriĂł ampliamente.
- Por supuesto Quió... Roberto. El único inconveniente serán los trabajadores, quiero decir, es un peligro que puedan darse cuenta de la "forma" de montar las nuevas lonas y el cartel.
- Por eso no te preocupes, están todos dormidos y disfrutando del descanso tras un largo viaje, y de un aderezo, por asà decirlo, por mi cuenta para que no despierten hasta que mis dedos acaricien el bastón.
Los cuatro jĂłvenes que habĂan llegado vestidos totalmente de negro, clavaron las miradas de asombro y admiraciĂłn en el bastĂłn de QuiĂłmus. Eran muchas las historias que se contaban acerca de su persona y sobre lo que habĂa conseguido con Ă©l. Él, que se dio cuenta, acariciĂł el mismo con suavidad con el Ăndice y las cuerdas y las mantas que envolvĂan las nuevas lonas salieron disparadas al suelo con rapidez. SonriĂł satisfecho, era una pequeña muestra de su poder, algo que le encantaba mostrar al mundo. Una vez saciado su ego, continuĂł hablando.
- Veo que sois jĂłvenes, ¿por quĂ© llegasteis a las Tierras Rojas tan pronto?
Los chicos, sorprendidos de que tal hombre se interesaran por su llegada, comenzaron a hablar todos a la vez. Fue Roberto quien eligiĂł al primero que habĂa hablado y fue Ă©l quien contĂł la historia.
- Si, realmente somos muy jĂłvenes y estamos honrados de estar ante ti, QuiĂłmus, quiero decir, Roberto. Nuestra historia, o más bien lo que impulsĂł a que llegáramos hasta las Tierras Rojas fue que estuvimos una noche de fiesta con nuestros amigos y tras ingerir alcohol y drogas en cantidades considerables, salimos con el coche de vuelta a casa, pero nunca llegamos. ConducĂa Ă©l, - señalĂł con el dedo a un chico más alto, que seguĂa con la cabeza agachada en señal de respeto a QuiĂłmus, algo que agradeciĂł, su ego y Ă©l. - y al conducir borracho y drogado, empotrĂł el coche contra un pub donde comenzaban a salir unas doce chicas para tomar el aire. El coche fue acelerando en vez de ir frenando y siete de las chicas murieron atropelladas o aprisionadas entre el coche y la pared del pub. - comentĂł entre avergonzado y con tristeza.
- ¿Y las otras chicas? - comentĂł tras ver ese gesto que Ă©l habĂa tenido al principio por su forma de llegar a las Tierras Rojas.
- Unas quedaron paralĂticas, y otras con duros problemas psicolĂłgicos. Nosotros en cambio, tres caĂmos en el mismo accidente y Ă©l, - dijo volviendo a señalar al conductor, - se ahorcĂł un mes despuĂ©s al no poder aguantar el remordimiento.
- El suicidio es siempre un acto de valentĂa pese a lo que la sociedad piensa. La sociedad cree que el suicidio es un acto para evitar problemas y asĂ librarte de lo que la vida te tiene preparado, pero no todo el mundo es capaz de hacerlo, asĂ pues, no es un acto de cobardes, porque no todo el mundo tiene el valor y el coraje de acabar con su vida, solo las personas valientes son capaces de acabar con lo más importante que tenemos asi pues, felicidades chico, eres valiente y seguro llegarás alto en las Tierras Rojas.
El chico, al parecer orgulloso por las palabras de alguien de su puesto, agachĂł aun más la cabeza en señal de respeto. Eso volviĂł a saciar el ego de Roberto y entonces se dejĂł de conversaciones, tenĂan que montar las lonas y no podĂan tardar muchos. Los chicos pidieron su ayuda y a la fama del bastĂłn, pero el se negĂł tajantemente.
- Los Maestros os encargaron este cometido, y por vuestro bien lo haréis. Créeme, no hay nada que puedas ocultarles, y esta misión es mucho más importante que una demostración de mi poder.
Ellos asintieron en señal de sumisiĂłn y comenzaron a bajar las lonas del tráiler y a extenderlas alrededor del esqueleto del circo. Tras eso, ambos unieron las manos y agachando la cabeza, y apoyando la barbilla en el pecho, comenzaron a musitar una oraciĂłn, con la cual las lonas comenzaron a subir lentamente por los hierros del circo y cerrándose completamente. Aquel poder era destinado a los chicos que habĂan avanzado un poco en la jerarquĂa, algo que su sobrino harĂa solamente con un gesto de la cabeza, ellos necesitaban una oraciĂłn conjunta. SonriĂł y les dio la despedida formal. Ellos se fueron de nuevo en la silenciosa comitiva de vuelta hacia donde habĂan venido.
Roberto alzĂł la vista, orgulloso de su nuevo proyecto, de su nueva misiĂłn, pero se dio cuenta de que faltaba un pequeño detalle, asĂ pues, puso la mano izquierda en el bastĂłn e instantes despuĂ©s, un majestuoso cartel rodeado de bombillas antiguas rodeaban unas letras color rojo sangre. Contrastaba de forma perfecta con las amplias y limpias lonas negras que sus compañeros acababan de colocar al esqueleto. GolpeĂł con el meñique el bastĂłn y las lucecitas se encendieron con fuerza. Las letras "Circo Negro" resaltaban en todo el descampado dando el toque serio que buscaba. Al fin, el Circo Negro podrĂa abrir sus puertas, y su misiĂłn, podrĂa comenzar a dar frutos.
* El anterior capĂtulo ya ha sido añadido a página de Circo Negro en Papel De Tinta Negra, donde podĂ©is leer la historia integra hasta el Ăşltimo capĂtulo, exceptuando el nuevo, que se añadirá una vez estĂ© disponible una nueva entrega. Gracias a todos.
- Bienvenidos al nuevo Circo Negro, ¿traen lo que os encomendĂ©?
- Buenas noches querido Quiómus. Si, los Maestros nos lo encargaron y hemos venido lo más rápido posible. - terminó con una reverencia debido a quien era Quiómus dentro de las Tierras Rojas.
- Os rogarĂa que me llamarais Roberto, no es conveniente revelar mi nombre aquĂ, aun. ¿PodĂ©is encargaros de montarlas con las artes que os han enseñado? QuerĂa dar una sorpresa a mis queridos sĂşbditos, quiero decir, amigos. - sonriĂł ampliamente.
- Por supuesto Quió... Roberto. El único inconveniente serán los trabajadores, quiero decir, es un peligro que puedan darse cuenta de la "forma" de montar las nuevas lonas y el cartel.
- Por eso no te preocupes, están todos dormidos y disfrutando del descanso tras un largo viaje, y de un aderezo, por asà decirlo, por mi cuenta para que no despierten hasta que mis dedos acaricien el bastón.
Los cuatro jĂłvenes que habĂan llegado vestidos totalmente de negro, clavaron las miradas de asombro y admiraciĂłn en el bastĂłn de QuiĂłmus. Eran muchas las historias que se contaban acerca de su persona y sobre lo que habĂa conseguido con Ă©l. Él, que se dio cuenta, acariciĂł el mismo con suavidad con el Ăndice y las cuerdas y las mantas que envolvĂan las nuevas lonas salieron disparadas al suelo con rapidez. SonriĂł satisfecho, era una pequeña muestra de su poder, algo que le encantaba mostrar al mundo. Una vez saciado su ego, continuĂł hablando.
- Veo que sois jĂłvenes, ¿por quĂ© llegasteis a las Tierras Rojas tan pronto?
Los chicos, sorprendidos de que tal hombre se interesaran por su llegada, comenzaron a hablar todos a la vez. Fue Roberto quien eligiĂł al primero que habĂa hablado y fue Ă©l quien contĂł la historia.
- Si, realmente somos muy jĂłvenes y estamos honrados de estar ante ti, QuiĂłmus, quiero decir, Roberto. Nuestra historia, o más bien lo que impulsĂł a que llegáramos hasta las Tierras Rojas fue que estuvimos una noche de fiesta con nuestros amigos y tras ingerir alcohol y drogas en cantidades considerables, salimos con el coche de vuelta a casa, pero nunca llegamos. ConducĂa Ă©l, - señalĂł con el dedo a un chico más alto, que seguĂa con la cabeza agachada en señal de respeto a QuiĂłmus, algo que agradeciĂł, su ego y Ă©l. - y al conducir borracho y drogado, empotrĂł el coche contra un pub donde comenzaban a salir unas doce chicas para tomar el aire. El coche fue acelerando en vez de ir frenando y siete de las chicas murieron atropelladas o aprisionadas entre el coche y la pared del pub. - comentĂł entre avergonzado y con tristeza.
- ¿Y las otras chicas? - comentĂł tras ver ese gesto que Ă©l habĂa tenido al principio por su forma de llegar a las Tierras Rojas.
- Unas quedaron paralĂticas, y otras con duros problemas psicolĂłgicos. Nosotros en cambio, tres caĂmos en el mismo accidente y Ă©l, - dijo volviendo a señalar al conductor, - se ahorcĂł un mes despuĂ©s al no poder aguantar el remordimiento.
- El suicidio es siempre un acto de valentĂa pese a lo que la sociedad piensa. La sociedad cree que el suicidio es un acto para evitar problemas y asĂ librarte de lo que la vida te tiene preparado, pero no todo el mundo es capaz de hacerlo, asĂ pues, no es un acto de cobardes, porque no todo el mundo tiene el valor y el coraje de acabar con su vida, solo las personas valientes son capaces de acabar con lo más importante que tenemos asi pues, felicidades chico, eres valiente y seguro llegarás alto en las Tierras Rojas.
El chico, al parecer orgulloso por las palabras de alguien de su puesto, agachĂł aun más la cabeza en señal de respeto. Eso volviĂł a saciar el ego de Roberto y entonces se dejĂł de conversaciones, tenĂan que montar las lonas y no podĂan tardar muchos. Los chicos pidieron su ayuda y a la fama del bastĂłn, pero el se negĂł tajantemente.
- Los Maestros os encargaron este cometido, y por vuestro bien lo haréis. Créeme, no hay nada que puedas ocultarles, y esta misión es mucho más importante que una demostración de mi poder.
Ellos asintieron en señal de sumisiĂłn y comenzaron a bajar las lonas del tráiler y a extenderlas alrededor del esqueleto del circo. Tras eso, ambos unieron las manos y agachando la cabeza, y apoyando la barbilla en el pecho, comenzaron a musitar una oraciĂłn, con la cual las lonas comenzaron a subir lentamente por los hierros del circo y cerrándose completamente. Aquel poder era destinado a los chicos que habĂan avanzado un poco en la jerarquĂa, algo que su sobrino harĂa solamente con un gesto de la cabeza, ellos necesitaban una oraciĂłn conjunta. SonriĂł y les dio la despedida formal. Ellos se fueron de nuevo en la silenciosa comitiva de vuelta hacia donde habĂan venido.
Roberto alzĂł la vista, orgulloso de su nuevo proyecto, de su nueva misiĂłn, pero se dio cuenta de que faltaba un pequeño detalle, asĂ pues, puso la mano izquierda en el bastĂłn e instantes despuĂ©s, un majestuoso cartel rodeado de bombillas antiguas rodeaban unas letras color rojo sangre. Contrastaba de forma perfecta con las amplias y limpias lonas negras que sus compañeros acababan de colocar al esqueleto. GolpeĂł con el meñique el bastĂłn y las lucecitas se encendieron con fuerza. Las letras "Circo Negro" resaltaban en todo el descampado dando el toque serio que buscaba. Al fin, el Circo Negro podrĂa abrir sus puertas, y su misiĂłn, podrĂa comenzar a dar frutos.
* El anterior capĂtulo ya ha sido añadido a página de Circo Negro en Papel De Tinta Negra, donde podĂ©is leer la historia integra hasta el Ăşltimo capĂtulo, exceptuando el nuevo, que se añadirá una vez estĂ© disponible una nueva entrega. Gracias a todos.
Me encanta!!! Muy buenas descripciones!
ResponderEliminarA la espera del prĂłximo ^^
Besos!
¡¡Otro gran capĂtulo pequeño!! Me sigue encantando como se desarrolla la historia y se ve que se aproxima la acciĂłn asĂ que tengo muchas ganas de seguir leyendo.
ResponderEliminarMuchĂsimos besos mi amor!!!
Te amo muchĂsimo mi vida!!!