Circo Negro, Un Nuevo Protagonista.
Las primeras preguntas sobre Ignacio no tardaron en llegar. La noche después de la primera función, los padres del pequeño concertaron una reunión con Roberto para comentarles la situación de su hijo y de su desaparición. Él por su parte, tuvo que escuchar con infinita paciencia los llantos de aquella mujer y las amenazas al aire del hombre contra aquel que se hubiera atrevido a tocar a su hijo. Quizás fue la amabilidad y calidez con la que fueron recibidos, o la comprensión y ayuda que ofreció desinteresadamente que ambos se fueron convencidos de la inocencia e incluso, compromiso y lastima que sentía por aquella situación. Roberto en cambio supo que aquello solo era el principio, era fácil confundir a unos padres desesperados y que veían con el corazón y no con el cerebro, sabia que la policía regresaría y esta vez tendría que sacar todo su ingenio ante ellos ya que, seguramente, a los agentes no los moverían los sentimientos y si el deber de su profesión de servicio al pueblo.
Mientras aquello llegaba, salió a la pista del circo a palpar el ambiente de los trabajadores. Era importante saber que opinaban de el y de aquella situación. El primero en dar su opinión fue Marc, y sorpresivamente, apoyando a su nuevo socio.
- Roberto, quiero decirte que de parte mía y, seguramente, de todos los trabajadores, te apoyamos en esta situación y te ayudaremos en todo lo posible para que nada manche tu nombre, y sobre todo, el del Circo negro.
Aquello sorprendió a medias a Roberto, esperaba su apoyo, si, pero no cimentando sus argumentos en el Circo y su futuro, algo que claramente, utilizaba para afianzarse en el poder de la empresa, y aquello le divertía cuanto menos. Agradeció sus palabras con mas palabras, estas con mas sentido que las de su nuevo socio.
- Gracias Marc, gracias. Y a todos los demás también, por supuesto, pero más que por mi, hagamos algo por el pequeño Ignacio y hagamos una batida para encontrarlo, yo por desgracia, siento no poder participar pues mis años ya no me permiten tener la vigorosidad de la juventud. En cambio me quedaré aquí rezando porque haya la suerte que todos deseamos y el pequeño Ignacio aparezca sano y salvo.
Todos asintieron en solemnidad a las palabras de Roberto, y en menos de un par de horas, había organizados dos grupos para buscar a Ignacio tanto en el pueblo como por los alrededores. El dueño del circo no pudo hacer menos que reírse ante aquella situación. El cuerpo de Ignacio estaba en una de los armarios de la caravana, esperando la oportunidad de deshacerse de él sin sospechas. Salió a despedir con la mano a los grupos y luego regresó al sofá para servirse una copa de coñac y disfrutar del silencio y de, al menos, toda la tarde para pensar que hacer y donde poner el cuerpo del pequeño.
Había pensado dejarlo en alguna casa colindante a donde vivía e inculpar a los vecinos pero eso estropearía sus planes mas de lo necesario pues las funciones se interrumpirían por las investigaciones y el luto por el pequeño. Optó por la decision mas fácil. Dejar el cuerpo en uno de los bosques colindantes y dejar que el tiempo hiciera el resto. Y eso hizo. Salió media hora después de la caravana mirando a todos sitios y tras comprobar que nadie espiaba, saco un saco de metro y poco y echo a andar con inusitada fuerza. Tras un par de horas en los bosques, dejo caer el cuerpo de Ignacio por unos de los barrancos. "Alma condenada" susurró de nuevo al ver como el cuerpo se estrellaba contra el suelo. Volvió a la caravana y descansó. La tarde se hacia larga y prefería descansar hasta que los grupos de trabajadores volvieran con buenas nuevas, o no. Acertó. Eran las nueve de la noche cuando la comitiva de los trabajadores volvían con noticias devastadoras, menos para el, obviamente. Habló Josep, uno de los malabaristas.
- Han encontrado al pequeño en un barranco. El pobre se desorientaría o lo que fuera y acabó despeñándose y... Bueno, ya lo imagina usted.
El silencio inundó la explanada en la que se había organizado un circulo que comanda a Roberto, que comenzaba a llorar por aquel pequeño.
- No entiendo como pudo desviarse tanto... Hace tan poco me saludó con tanta alegría y ahora... - varias lagrimas acudieron a surcar las mejillas del pobre anciano. Todos se conmovieron y varios le ofrecieron pañuelos con los que secar sus lagrimas. Aceptó el de Marc, una sutil broma que solo entendía el, y lo disfrutó como nunca. Siguió hablando, llorando mas profusamente. - Tengo que organizar el entierro de ese pequeño... Me siento culpable de esa pérdida y es lo menos que puedo hacer. ¿Ayudareis a este anciano a llegar a casa de los padres y comunicarle mis intenciones?
Nada más se dijo hasta que Roberto salió de la casa de los padres que lloraban a su pequeño. Aceptaron la proposición de aquel anciano, no por su sentimiento de culpa, sino por un tema más tangible, no poseían recursos para financiar un entierro en aquella época. El mismo fue doloroso para el pueblo ya que al no ser un municipio pequeño casi todos se conocían, sobre todo entre los chicos que casi siempre jugaban juntos. Roberto por tu parte hizo el papel de doliente y enjugaba sus lágrimas con lastima y dolor. Algo que todo el pueblo y el plantel de trabajadores supo admirar. El, sin embargo, tenía en mente los planes para incluir a su pequeño sobrino en aquel grupo del circo y en el pueblo.
Como punto a su favor tenía que el pequeño Ignacio estaba recién fallecido y un chico nuevo traería aires nuevos y nuevos temas de conversación, sobre todo en los pequeños que saldrían mas de la cuenta, animados por sus padres con tal de despejarse y olvidar aquel traumático accidente. Una vez acabado el entierro, Roberto se excusó en la edad para volver a la caravana y así poder descansar de un largo día. Prácticamente todo el pueblo aplaudió su entereza y lo miraban admirado mientras andaba con paso lento hacia su caravana mientras que su sonrisa, de espaldas al pueblo se hacia cada vez más grande. Llegó, y tras liberarse del bastón, se recostó en la cama y observó con paciencia y casi admiración aquella pequeña cápsula que guardaba el alma del pequeño Ignacio.
Sin saber por qué, se puso a comentarle sus próximos planes como si el pequeño pudiera responder o tener siquiera un pensamiento mínimo en aquella carcel de marfil en la que estaba. El anciano sonrío ante aquello y se concentró de nuevo en el plan e historia de Crakium, su sobrino. Tras un par de horas de liberación, se terminó de convencer que acudir a lo simple era lo más efectivo. Tenía una gran memoria para las mentiras y todos los detalles, su Maestro Hórtrux le había enseñado bien. Pero se decidió por comentar que su sobrino, en realidad seria su nieto recién huérfano que venia a vivir con el ya que no tenía más familia. Esa dosis de lástima que todos necesitaban para olvidar a Ignacko y centrarse en Roberto, su sobrino y que mantendría el nombre de cuando estaba vivo. Fue entonces cuando se fue a dormir ultimando los detalles de la historia.
A la mañana siguiente, cuando el sol comenzaba a erigirse poderoso sobre la lona negra del Circo, un niño pequeño, con el pelo negro, ojos verdes, y una amplia sonrisa se acercaba dando pequeños saltitos al Circo Negro mientras tarareaba una canción que parecía asemejarse al Requieb de Mozart. Como curiosidad o no, una tormenta comenzó a descargar casi en minutos. Nunca se supo de donde vino esa tormenta. Solo que el fenómeno meteorológico desapareció cuando el niño pequeño entró en la caravana del dueño del Circo Negro.
Cada vez me gusta más Roberto y su lado macabro!
ResponderEliminarCon muchas ganas de leer el próximo capítulo
Una vez más nos dejas con la intriga de lo qué pasará. Un gran logro porque de esa forma nos tendrás a todos enganchados hasta el final. Espero que este tarde. Aunque tenga muchas ganas de saber cómo se desarrolla finalmente tengo aún más de disfrutar de tu forma de escribir y mantener el misterio.
ResponderEliminarMuchos besos!!