Opinión | Mendigos de segunda clase


Todo en la vida es criticable, hasta la mendicidad. Seamos claros, muchos hoy día prefieren darle la limosna a alguien "decente" que a otro que no lo sea. Tenemos estereotipados hasta a los que nos piden ayuda para comer un día más. Tenemos claro que los gitanos solo piden para robar o para comprar cosas y luego venderlas, tenemos claro que un inmigrante solo pide para gastárselo en comida en vez de quedarse en su país, tenga la situación que tenga, y, por supuesto, que alguien español solo lo quiere para beber, para drogas o para vivir del cuento.

Así tenemos clasificada a los mendigos según su nacionalidad, sus vestimentas o su color de piel. Somos así de simples. Alguna vez he escuchado saliendo de una iglesia a dos ancianas decir eso de "si quieres para vino pídelo y no pongas de excusas a tus hijos." ¿Cuándo nos hemos vuelto poseedores de la verdad absoluta y con el poder y deber de dar clases de ética? Sólo cuando ven a alguien bien vestido y "decente" según sus cánones preestablecidos por la vida deciden darle una pequeña limosna, no sin antes darle el consejo de que aproveche los 20 céntimos que le acaba de dejar en el vasito de plástico. Todos sabemos que la Iglesia necesita más esa limosna para seguir aumentando su pequeña riqueza ya que no todas ayudan a los que lo necesitan, y eso es algo que sé.

Bien es cierto que somos nosotros mismos quiénes decidimos a quién ayudar y a quién no, pero ahí acaba nuestro poder, no tenemos el derecho de prejuzgar a nadie sin conocer antes su historia. No porque tenga barba y el pelo sucio debe gustarle el alcohol, no porque tenga tatuajes debe ser drogadicto, no por ser de color tiene que venir a quitarte tu trabajo y tu dinero mendigando. No por ser gitano tiene que pedir para comprar y/o robar. Hemos superado el año 2017 y aún nos dejamos llevar por clasicismos de la vieja escuela donde las apariencias cuentan más que nuestra forma de vivir. Piensa, antes de soltar perlitas así que mendigar es muy duro y de valientes. No todos tienen el valor de dejar el orgullo a un lado y pedirte ayuda y algo de limosna para comer o quitarse el frío.

Si aún no te fías de los mendigos y no quieres darle dinero, dale comida, dale ropa usada, dale mantas, dale una ducha en tu casa y ayuda a quién no lo puede tener. No acabes tu buenas acciones del día rezando en un palacio lujoso de mármol a un cristo de madera, ayuda al prójimo todos los meses del año, no por navidad. No tires la ropa, dónala, no tires comida, dásela a un mendigo, no tires mantas, abrigará a gente en la calle. No hay mendigos de segunda clase, ni de primera, hay personas con una historia dura detrás que no te has molestado en conocer y que aún así prejuzgas.

Ayuda, no por ti y por tu salvación, sino por el hecho de ayudar a quién lo necesita. Él te lo agradecerá mucho más que al dios al que le rezas, sea el que sea. 

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