Lleno de heridas
Una vez más me he vuelto a caer. Soy propenso a esas caídas. Lleno mi cuerpo de heridas pasadas que se van recomponiendo poco a poco, al paso de la cofradía que hace una nueva chicotá en un barrio andaluz cualquiera. He cambiado la forma de ver la vida según la vida me ha ido dando golpes y caídas y heridas. Me he ido levantando cada vez con más ganas y una nueva ilusión. Hoy no tengo claro que tenga un rumbo fijo a dónde virar el barco para seguir navegando. Quizás ha llegado el momento de parar, el cuerpo me duele demasiado.
Lleno de heridas he caído en la arena, estupefacto, reventado por dentro gracias a lo sueños perdidos que he ido dejando en la cuneta. Cierro los ojos y siento el calor que me falta, el frío me envuelve y no quiero separarme de él. Hay heridas que no se curan, que se gangrena con cada nueva marca en el cuerpo. De donde vengo he aprendido a seguir luchando pese a destrozarme cada vez que me retiro a mi oscuridad. Quizás ha llegado el momento de parar, el cuerpo me duele demasiado.
Me he destrozado demasiadas veces para seguir caminando sin que mis muescas de vida no se noten. He decidido parar, no tengo fuerza para recibir un nuevo golpe de vida, la vida me ha ganado la partida. Fin del juego. Me vuelvo a lamer las heridas, regreso a soñar con aquello que podría haber sido y no fue. Hay tanto que me define y tanto que me difumina que quiero descansar y recomponer un nuevo rumbo, un nuevo vigía y reparar mi barco. Destrozado, ha llegado el momento de parar. El cuerpo me ha ganado el juego más importante de mi vida,
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