Tenebris Passiones, Al Anochecer...
Roma.
Verano del 217 a.C.
El sol comenzaba a inundar Roma. El eco de las batallas púnicas resonaban cada día en las calles de la ciudad. Muchos eran los que comenzaban a tener realmente miedo por las victorias que Aníbal comenzaba a tener ante el ejército romano. Muchos patricios comentaban en reuniones la decisión de Quinto Fabio Máximo de declarar la guerra a la todopoderosa Cártago. Las derrotaa infrigida en Trasimeno había mermado mucho la moral romana, ya que más de quince mil romanos perdieron la vida en manos del poderoso ejército cartaginés. Aún así, el esplendor de Roma se dejaba ver en cada patricio que paseaba por las calles acompañados por un pequeño séquito de esclavos. Las romanas iban con sus mejores togas, y muchos de los patricios iban con la actitud henchidos de orgullo.
Emilia se había levantado casi antes que el sol despuntara para comenzar las tareas de la domus. Su amo le había dejado muy claro las funciones que tenía en su nuevo hogar, aún así, el atriense la utilizaba para ayudar a las demás esclavas hasta que su verdadero amo, se levantara y precisara de sus servicios. Le había sorprendido mucho la actitud de la mujer de la casa, pues su nuevo amo la había tratado, y aunque tenia la incógnita de como la iba a recibir el hijo de su dueño. Se puso demasiado nerviosa cuando recibió las órdenes de su atriense de que el hijo de la casa, reclamaba sus atenciones. Salió disparada hacia las dependencias de él.
- Entra, esclava. Tienes que vestirme. - dijo su amo con voz seria.
Emilia asintió sin dejar de mirar al suelo. Había aprendido a no objetar nada a sus dueños si no quería ganarse una azotaina.
- ¿Te llamas Emilia, cierto?
- Si, mi amo.
- Has estado antes en casa de un buen amigo de mi padre. Debes ser una buena esclava si has merecido el dinero que mi padre pagó por ti. Nunca entenderé porque pagan por una. No valéis nada.
Aquella última frase dolió demasiado a Emilia. Quería responderle, pero si quería seguir con vida y en aquella casa debería guardar silencio. Su amo siguió hablando.
- Sigo pensando que ha pagado demasiado por tí, no eres ni agraciada. Deberías estar con los caballos o en la cocina. Yo necesito a una esclava para relajarme, estoy seguro que tu no serías capaz de nada.
Emilia terminó de vestirlo, y agachó la cabeza de nuevo en señal de sumisión. Todavía no había visto el rostro de su amo, y aunque tenía curiosidad, dejó los ojos clavados en el suelo de la estancia.
- Alza la cara, deseo verte desnuda.
Aquello la pilló desprevenida. Comenzó a temblar de puro miedo. ¿Sería un amo como el anterior? ¿Le haría las mismas cosas? Levantó la cabeza lentamente y al fin pudo ver el rostro de su amo. Tenía el pelo negro como el azabache, los rizos reposaban en la frente, mientras un par caían por las orejas. Sus poderosos ojos verdes se clavaron en los suyos. Se quedó sin aliento. Una pequeña perilla emergía de su barbilla puntiaguda. Los anchos hombros que había palpado con las manos eran más grandes a simple vista. Recibió la nueva orden sin apenas oirla.
- Quítate el vestido. Ahora.
Emilia comenzó a quitarse el pequeño vestido nuevo que le había regalado su nuevo amo con parsimonia. Segundos después el cuerpo desnudo de Emilia temblaba ante la vista de Cneo Cornelio Aculeo hijo. Él la miraba fascinado. Nunca había podido disfrutar de la vista de un cuerpo desnudo. Muchas veces se había imaginado el cuerpo de muchas esclavas desnudas, pero nunca su padre le había mandado una bajo su mando.Solo pudo decir una sola frase.
- Al anochecer ven aquí.
Ella asintió y salió casi corriendo de la estancia de su pequeño amo.Sabía lo que significaba aquella frase. La había oído a escondidas a su antiguo amo a varias de las esclavas, y luego habían vuelto con magulladuras, señales de latigazos y decenas de cosas más. Por suerte ella había escapado al nacer en aquella casa, y que, aunque no lo reconociera, su antiguo amo, sentía afecto por su madre. Estaba seguro que aquello no pasaría allí. Se quedó en el camastro que tenía hasta que llego el anochecer...
Emilia se había levantado casi antes que el sol despuntara para comenzar las tareas de la domus. Su amo le había dejado muy claro las funciones que tenía en su nuevo hogar, aún así, el atriense la utilizaba para ayudar a las demás esclavas hasta que su verdadero amo, se levantara y precisara de sus servicios. Le había sorprendido mucho la actitud de la mujer de la casa, pues su nuevo amo la había tratado, y aunque tenia la incógnita de como la iba a recibir el hijo de su dueño. Se puso demasiado nerviosa cuando recibió las órdenes de su atriense de que el hijo de la casa, reclamaba sus atenciones. Salió disparada hacia las dependencias de él.
- Entra, esclava. Tienes que vestirme. - dijo su amo con voz seria.
Emilia asintió sin dejar de mirar al suelo. Había aprendido a no objetar nada a sus dueños si no quería ganarse una azotaina.
- ¿Te llamas Emilia, cierto?
- Si, mi amo.
- Has estado antes en casa de un buen amigo de mi padre. Debes ser una buena esclava si has merecido el dinero que mi padre pagó por ti. Nunca entenderé porque pagan por una. No valéis nada.
Aquella última frase dolió demasiado a Emilia. Quería responderle, pero si quería seguir con vida y en aquella casa debería guardar silencio. Su amo siguió hablando.
- Sigo pensando que ha pagado demasiado por tí, no eres ni agraciada. Deberías estar con los caballos o en la cocina. Yo necesito a una esclava para relajarme, estoy seguro que tu no serías capaz de nada.
Emilia terminó de vestirlo, y agachó la cabeza de nuevo en señal de sumisión. Todavía no había visto el rostro de su amo, y aunque tenía curiosidad, dejó los ojos clavados en el suelo de la estancia.
- Alza la cara, deseo verte desnuda.
Aquello la pilló desprevenida. Comenzó a temblar de puro miedo. ¿Sería un amo como el anterior? ¿Le haría las mismas cosas? Levantó la cabeza lentamente y al fin pudo ver el rostro de su amo. Tenía el pelo negro como el azabache, los rizos reposaban en la frente, mientras un par caían por las orejas. Sus poderosos ojos verdes se clavaron en los suyos. Se quedó sin aliento. Una pequeña perilla emergía de su barbilla puntiaguda. Los anchos hombros que había palpado con las manos eran más grandes a simple vista. Recibió la nueva orden sin apenas oirla.
- Quítate el vestido. Ahora.
Emilia comenzó a quitarse el pequeño vestido nuevo que le había regalado su nuevo amo con parsimonia. Segundos después el cuerpo desnudo de Emilia temblaba ante la vista de Cneo Cornelio Aculeo hijo. Él la miraba fascinado. Nunca había podido disfrutar de la vista de un cuerpo desnudo. Muchas veces se había imaginado el cuerpo de muchas esclavas desnudas, pero nunca su padre le había mandado una bajo su mando.Solo pudo decir una sola frase.
- Al anochecer ven aquí.
Ella asintió y salió casi corriendo de la estancia de su pequeño amo.Sabía lo que significaba aquella frase. La había oído a escondidas a su antiguo amo a varias de las esclavas, y luego habían vuelto con magulladuras, señales de latigazos y decenas de cosas más. Por suerte ella había escapado al nacer en aquella casa, y que, aunque no lo reconociera, su antiguo amo, sentía afecto por su madre. Estaba seguro que aquello no pasaría allí. Se quedó en el camastro que tenía hasta que llego el anochecer...
*___* Muerta me has dejado. En serio es que es flipante. Dios... Diría que me parece injusto que la trate así pero bueno, era la sociedad...
ResponderEliminarHola!, al fin tuve tiempo para pasarme por aquí y leer algo tuyo. Me decidí por esta historia y de un tirón la devoré, jejeje
ResponderEliminarY veo que lo has dejado en un punto super mega interesante... K ganas de leer más! Aunque he de reconocer que las barbaridades que ha dicho este jovencito no me han gustada nada... Pero bueno, veremos a ver si conociendo más afondo a Emilia, cambia y se vuelve un buen hombre...
Tendré que esperar a que vuelvas a publicar para saberlo, jejeje >.<
Hasta entonces, aquí te dejo un saludo y un besito, muak!
Me ha parecido genial el capitulo. Te metes de lleno en la ciudsd de Roma de hace siglos y eso esta bien. Es una de mis partes favoritas de la historia (cuando tocaba esta parte sacaba siempre 7 y 8).
ResponderEliminarPero a lo que iba, no dejes de escribir esta historia, es una pasada, me encanta, quiero saber que pasa, necesito saber que le haran a la pobre Emilia al anochecer
Hola Jesús!, para cuando la continuación?
ResponderEliminarSaludos y buen día!, muak!