Tenebris Passiones, Noche Romana, I
Roma.
Primavera del 217 a.C.
La noche romana era algo que Emilia nunca habĂa saboreado en sus propias manos. Las noches para los esclavos consistĂan en descansar lo máximo posible para estar de nuevo al amanecer preparando todo para que la domus de su dueño estuviera impecable para cuando al dueño se levantara. Era la primera vez que paseaba por aquellas callejuelas. No sabĂa hacia donde iba su dueño, mas no era algo que le incumbiera demasiado. Ella sĂłlo aceptaba y realizaba las Ăłrdenes que le mandaba. Cneo Cornelio Aculeo se detuvo ante la puerta de una domus. Se extrañó cuando sus pasos se marchaban de la ciudad de Roma. Le resultaba raro que fueran andando hacia una domus fuera de la ciudad. No hablĂł ni objeto nada en absoluto.
Cuando al fin llegaron, Ă©l se parĂł antes de entrar para dejarle claro a Emilia un par de cosas.
- Esta será tu primera reuniĂłn a la que acudirás como mi esclava. Obedece a todo lo que te mande sin el menor atisbo de duda. ¿Lo has entendido?
Emilia asintió de forma rápida. Agachó la cabeza en señal de sumisión, pero su amo alzó la voz de nuevo, y con ello alzó ella la vista.
- No hará falta decirte que nada debes contar a mi esposa. Si te pregunta o insiste demasiado mantén tu silencio y puede que seas recompensada.
Insiste demasiado. Aquella frase la dejĂł paralizada.¿Seria capaz de hacer lo que se estaba imaginando? Si su nuevo dueño la estaba avisando de aquello es que serĂa muy posible. AsintiĂł de nuevo al ver que no le habĂa respondido a Cneo Cornelio Aculeo. El hizo lo mismo y entrĂł en la domus, donde el atriense lo anunciĂł en el atrio para que todos los allĂ presentes se percataran de su llegada. Todos asintieron cuando se fue acercando a cada uno de ellos. Fue entonces cuando fue apartada de su amo y llevada a las cocinas junto con todas las esclavas y la dueña de aquella casa para ayudar a todas las demás. Entre susurros de tantas esclavas, ella lanzo una pregunta.
- ¿Quien es el dueño de esta casa?
- Quinto Fabio Máximo. - susurró otra de las esclavas.
- ¿Y sabĂ©is que se celebra esta noche?
- Eso es algo que no te compete esclava. Deja de hacer preguntas y haz para lo que naciste. - anunciĂł una voz grave desde su espalda.
No le dio tiempo a darse la vuelta cuando recibiĂł varios fuertes golpes en la espalda. CayĂł al suelo de bruces mientras que las esclavas que estaban a su alrededor desaparecĂan en miles de tareas que hasta ahora no parecĂan tener importancia. EscuchĂł como los pasos se alejaron fuertes hasta desaparecer por el pasillo que iba directo al atrio. Fue entonces cuando un par de mujeres se acercaron para alzarla con suavidad.
- ¿Estás bien, pequeña?
- SĂ, no me lo esperaba, aunque me lo merezco. ¿QuiĂ©n era?
- Marco Porcio Catón. Es el protegido del Quinto Fabio Máximo. Mantiene el orden de la casa cuando el dueño está ocupado. - le comentó una de las esclavas.
- ¿Vives aquĂ? - preguntĂł extrañada.
- Si. Quinto Fabio Máximo nos compró a mi y a mi hermana de nuestra tierra.
Antes de seguir preguntando, escuchó la orden del atriense, el cual la llamaba. Acudió rauda a su lado para acompañarlo hasta donde estaba su dueño.
- Trae mulsum. Tengo sed.
Ella asintiĂł y volviĂł a la cocina mientras sentĂa como casi todas las miradas estaban clavadas en su espalda. Se girĂł tan solo unos instantes y pudo ver una mirada oscura clavada en ella. SintiĂł un escalofrĂo por todo su cuerpo cuando creyĂł adivinar las intenciones de aquel hombre. TardĂł tan solo unos segundos en la cocina cuando ya regresaba con la jarra y un vaso para su amo. Fue Ă©l quien hablĂł tras llevársela hacia un apartado. Todos tomaron aquella acciĂłn como una reprimenda velada y asintieron con aprobaciĂłn.
- ¿Por quĂ© andas asĂ? ¿Te ha pasado algo?
No, mi amo. - agachĂł la cabeza sumisa. Aquel fue su error.
Cneo Cornelio Aculeo alzó la mirada hasta mirar la espalda. Frunció el ceño y alzó de nuevo la voz.
- Esclava, cuéntame que te ha pasado. Soy tu dueño y debo saberlo.
- He recibido varios golpes en la cocina. Me los merecĂa mi amo.
- ¿Unos golpes? ¿QuiĂ©n ha sido? Por los dioses, habla esclava.
Silencio. No se atrevĂa a hablar. SabĂa que las consecuencias eran nefastas. Hasta que su dueño alzĂł la voz con voz potente y lanzĂł aquella frase que la dejĂł sin recursos.
- Eres mi esclava, tengo que saber lo que te hacen, y por todos los dioses, si no me dices quien fue, tu recibirás mi furia.
- Se llama Marco Porcio Catón. Dicen que es el protegido del dueño, mi amo.
- Sea pues, acompáñame. No tengas miedo y solo anúnciame su nombre cuanto te pregunte.
- Gracias mi amo.
Cneo Cornelio Aculeo girĂł la cabeza y posĂł su intensa mirada en los inocentes ojos de Emilia. Aquella voz emergiĂł de su garganta hasta clavarse en sus oĂdos.
- Nadie toca algo que me pertenece. Y tu eres una de mis joyas más preciadas.
Primavera del 217 a.C.
La noche romana era algo que Emilia nunca habĂa saboreado en sus propias manos. Las noches para los esclavos consistĂan en descansar lo máximo posible para estar de nuevo al amanecer preparando todo para que la domus de su dueño estuviera impecable para cuando al dueño se levantara. Era la primera vez que paseaba por aquellas callejuelas. No sabĂa hacia donde iba su dueño, mas no era algo que le incumbiera demasiado. Ella sĂłlo aceptaba y realizaba las Ăłrdenes que le mandaba. Cneo Cornelio Aculeo se detuvo ante la puerta de una domus. Se extrañó cuando sus pasos se marchaban de la ciudad de Roma. Le resultaba raro que fueran andando hacia una domus fuera de la ciudad. No hablĂł ni objeto nada en absoluto.
Cuando al fin llegaron, Ă©l se parĂł antes de entrar para dejarle claro a Emilia un par de cosas.
- Esta será tu primera reuniĂłn a la que acudirás como mi esclava. Obedece a todo lo que te mande sin el menor atisbo de duda. ¿Lo has entendido?
Emilia asintió de forma rápida. Agachó la cabeza en señal de sumisión, pero su amo alzó la voz de nuevo, y con ello alzó ella la vista.
- No hará falta decirte que nada debes contar a mi esposa. Si te pregunta o insiste demasiado mantén tu silencio y puede que seas recompensada.
Insiste demasiado. Aquella frase la dejĂł paralizada.¿Seria capaz de hacer lo que se estaba imaginando? Si su nuevo dueño la estaba avisando de aquello es que serĂa muy posible. AsintiĂł de nuevo al ver que no le habĂa respondido a Cneo Cornelio Aculeo. El hizo lo mismo y entrĂł en la domus, donde el atriense lo anunciĂł en el atrio para que todos los allĂ presentes se percataran de su llegada. Todos asintieron cuando se fue acercando a cada uno de ellos. Fue entonces cuando fue apartada de su amo y llevada a las cocinas junto con todas las esclavas y la dueña de aquella casa para ayudar a todas las demás. Entre susurros de tantas esclavas, ella lanzo una pregunta.
- ¿Quien es el dueño de esta casa?
- Quinto Fabio Máximo. - susurró otra de las esclavas.
- ¿Y sabĂ©is que se celebra esta noche?
- Eso es algo que no te compete esclava. Deja de hacer preguntas y haz para lo que naciste. - anunciĂł una voz grave desde su espalda.
No le dio tiempo a darse la vuelta cuando recibiĂł varios fuertes golpes en la espalda. CayĂł al suelo de bruces mientras que las esclavas que estaban a su alrededor desaparecĂan en miles de tareas que hasta ahora no parecĂan tener importancia. EscuchĂł como los pasos se alejaron fuertes hasta desaparecer por el pasillo que iba directo al atrio. Fue entonces cuando un par de mujeres se acercaron para alzarla con suavidad.
- ¿Estás bien, pequeña?
- SĂ, no me lo esperaba, aunque me lo merezco. ¿QuiĂ©n era?
- Marco Porcio Catón. Es el protegido del Quinto Fabio Máximo. Mantiene el orden de la casa cuando el dueño está ocupado. - le comentó una de las esclavas.
- ¿Vives aquĂ? - preguntĂł extrañada.
- Si. Quinto Fabio Máximo nos compró a mi y a mi hermana de nuestra tierra.
Antes de seguir preguntando, escuchó la orden del atriense, el cual la llamaba. Acudió rauda a su lado para acompañarlo hasta donde estaba su dueño.
- Trae mulsum. Tengo sed.
Ella asintiĂł y volviĂł a la cocina mientras sentĂa como casi todas las miradas estaban clavadas en su espalda. Se girĂł tan solo unos instantes y pudo ver una mirada oscura clavada en ella. SintiĂł un escalofrĂo por todo su cuerpo cuando creyĂł adivinar las intenciones de aquel hombre. TardĂł tan solo unos segundos en la cocina cuando ya regresaba con la jarra y un vaso para su amo. Fue Ă©l quien hablĂł tras llevársela hacia un apartado. Todos tomaron aquella acciĂłn como una reprimenda velada y asintieron con aprobaciĂłn.
- ¿Por quĂ© andas asĂ? ¿Te ha pasado algo?
No, mi amo. - agachĂł la cabeza sumisa. Aquel fue su error.
Cneo Cornelio Aculeo alzó la mirada hasta mirar la espalda. Frunció el ceño y alzó de nuevo la voz.
- Esclava, cuéntame que te ha pasado. Soy tu dueño y debo saberlo.
- He recibido varios golpes en la cocina. Me los merecĂa mi amo.
- ¿Unos golpes? ¿QuiĂ©n ha sido? Por los dioses, habla esclava.
Silencio. No se atrevĂa a hablar. SabĂa que las consecuencias eran nefastas. Hasta que su dueño alzĂł la voz con voz potente y lanzĂł aquella frase que la dejĂł sin recursos.
- Eres mi esclava, tengo que saber lo que te hacen, y por todos los dioses, si no me dices quien fue, tu recibirás mi furia.
- Se llama Marco Porcio Catón. Dicen que es el protegido del dueño, mi amo.
- Sea pues, acompáñame. No tengas miedo y solo anúnciame su nombre cuanto te pregunte.
- Gracias mi amo.
Cneo Cornelio Aculeo girĂł la cabeza y posĂł su intensa mirada en los inocentes ojos de Emilia. Aquella voz emergiĂł de su garganta hasta clavarse en sus oĂdos.
- Nadie toca algo que me pertenece. Y tu eres una de mis joyas más preciadas.
Ohhh me encnta....hay muy poka gente que escribe sobre roma escribe pronto k kiero saber li que pasa
ResponderEliminarAMO.ESTE.CAPĂŤTULO.
ResponderEliminarEmilia me encanta, su fascinaciĂłn por todo, es tan tierna :3 Cuando le azotaron lo Ăşnico que pensĂ© fue "ese esta noche va a la hoguera" ¬¬ Pero su nuevo dueño (ese pedazo de buena gente, paisano, tu entiendes lo importante de esto ĂŞ_e) se ha preocupado de tal manera por ella que me ha enamorado <3 (no literalmente claro, no me va el rollo con hombres mayores y casados O.O) y ha hecho que deje en sus manos la hoguera (una muerte menos en mi conciencia :3)
Me tienes con una intriga que ya no me quedan uñas que comer D: necesito más Tenebris Passiones, más Emilia, y saber que le pasa a ese maldito Marco ¬¬
Espero que subas pronto el siguiente capĂtulo
Besos <3
http://locoyunicomundo.blogspot.com.es/
Que alegrĂa!, capĂtulo nuevo! >.< Y uno muy bueno, por cierto...Cada vez me cae mejor su amo... ahora me pregunto yo, que pasará?, cĂłmo reaccionarĂ© el bruto que la golpeĂł en la cocina? espero descubrirlo pronto y que no tardes en publicar de nuevo.
ResponderEliminarSaludos y bs!
muy bueno el capitulo:)
ResponderEliminarPero que bonito final, no sabia que sentia eso por ella. El capitulo me ha encantado. Sigue avisandonos de nuevos capitulos que la historia esta para que cuando la termines la manden a una editorial
ResponderEliminarMonĂsimo jajajaja
ResponderEliminarParece que es como si fuera su padre :3
En ese aspecto me alegro por Emilia.
Creo que eres una de las pocas personas que escriben sobre estos temas y si te soy sincera me encanta como escribes, y sobre todo después de tanto tiempo sin leer la historia me alegra haber podido leer algo, y que como cierre el blog me va a sentar mal porque adoro como escribes y me encanta :$