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Prefiero no poner título a estas palabras. Prefiero escribir y dejar que los sentimientos vuelen a un recuerdo olvidado, a un silencio del que ya no queda nada salvo el intenso momento de lo que fuimos, y no fue. Podría echar a llorar entre las almohadas de mi habitación y rezar a los dioses que volvieras a mi lado, pero no serviría de nada, podría ir a buscarte y pedirte mil perdones, pero no serviría de nada. Nada ni nadie podrá recuperar todo aquello que soñamos.

Quisiera regresar al pasado y parar el tiempo, romper la barrera de la realidad y soñar con el pasado que vivimos, pero ni tu ni yo volveremos a ser los mismos. Es tan difícil retomar un pasado que perdimos, es tan complicado revivir aquellos instantes, no puedo vivir en el pasado aunque lo necesite para tener un futuro.

La locura se nos esconde con cada motivo, con cada necesidad, con cada mirada que se pierde. Necesitamos mirar al futuro para intentar regresar al pasado que tanto añoramos. Y aunque puede que nunca volvamos, aunque puede que nunca más sienta tus labios, puede que mereciera la pena luchar por aquella locura que nos enamoró aquellas tardes de invierno, junto a la locura de dos jóvenes que intentaron luchar. Han pasado tantos años que no recuerdo ni el suave tacto de tu piel contra mis labios...

Sin más me despido en esta humilde carta en la que dejo clavados mis sentimientos, la que nunca leerás, en la que siempre estaré dispuesto a volver a aquel maravilloso pasado que dejamos escapar entre las yemas de los dedos.