Circo Negro, Alma Condenada.

Una hora después de finalizar la primera función del Circo Negro, todas las gradas y la arena del mismo estaban completamente limpias. Las personas abandonaron la función con una sonrisa y todavía fascinados por el ultimo truco del dueño del circo. Ninguno de ellos entendía como había conseguido hacer desaparecer a Ignacio ante sus propias narices, y no eran los únicos pues los trabajadores estaban fascinados ante aquel derroche de talento inesperado, algo que se acrecentaba porque sabían que bajo aquel niño no había ningún escondite para esconder al pequeño durante el truco. Roberto se paseaba ante todos con la sonrisa enigmática de quien sabia que había triunfado ante todos y dado una lección magistral a todos. Cenó con todos y aguantó decenas de preguntas sobre cómo y dónde estaba el pequeño a lo que él solo respondía con un escueto " no serian trucos si cuento las formas" a lo que todos respondían con una sonrisa y un asentimiento. Todos entendían aquel motivo, era una de las leyes del circo. Protegerse y entenderse entre ellos mismos.

Se despidió de sus empleados y acudió raudo a su nueva caravana que había comprado para tener mas intimidad y así no forzar más de la cuenta la relación con Marc, el cual parecía tenerle mas respeto desde aquel último número se había acercado a felicitarlo sinceramente. Subió los escalones y tras cerrar la puerta con pestillo y candado se dejó caer sobre el pequeño sofá que había frente a la puerta. Aquel cuerpo de anciano había soportado una gran carga aquella noche y necesitaba descansarlo, pero lo primero era lo primero y debía ver como estaba el cuerpo del chico y lo mas importante, su alma. Paseó la mirada por la caravana hasta que encontró el bastón que reposaba inquieto en la pared blanca de la caravana. Sonrió. Aquella alma aun luchaba por salir y recuperar su cuerpo y su vida y por entender que había pasado pero ya no había vuelta atrás. Con dificultad, se levantó y acudió a un pequeño armario de de madera de ébano donde guardaba lo que necesitaba, tenía pocas, pero desde aquella noche comenzarían a llegar más y más si al Montaet le satisfacía aquella primera entrega.

- Comienza el juego y estoy seguro que me voy a divertir.

Con ese ánimo y una amplia sonrisa, abrió las puertas y sacó un pequeño recipiente ovalado de marfil con una de las puntas de madera que encajaba perfectamente con la del bastón, y tras agarrarlo se acercó de nuevo al sofá y se sentó. Se repetiría durante muchas veces aquella decisión de haber elegido un cuerpo de anciano en vez de un cuerpo joven y vigoroso. Le gustaba los retos y aquel era uno más, aunque complicado de sobrellevar. Carraspeó para intentar darle solemnidad a lo que iba a realizar, y así fue. Un silencio espectral se apoderó no solo de la caravana sino también de la explanada donde el circo y los trabajadores se extendía. Centró el bastón en la mesa e introdujo el  recipiente por la punta de madera en la parte baja del mismo. El mismo clic que resonó cuando el alma de Ignacio fue custodiada volvió a soñar y sintió como la potencia y la pureza de aquel niño recorría el bastón de nuevo para ser custodiada en aquel objeto. Estaba caliente, poseía fuerza. Aquello gustaría a los maestros y a su sobrino. Le daría una lección, aunque estaba seguro que pronto seria al revés.

Ahora venia la parte más dura para él, ahora es cuando su ego y su orgullo debía ser aplacado por la sabiduría y respeto hacia los Maestros Principales, aquel consejo del que recibía órdenes, aunque por poco tiempo pero eso sería a su debido momento, así pues dispuso el bastón para el encuentro y segundos después, el circulo comenzó a girar rápidamente frente a él, la reunión había comenzado.

- Bienvenido, Quiómus, te recibimos con ansias de nuevas noticias. - comentó el Maestro Principal, mientras los dos a sus correspondientes lados asentían lentamente.

- Debido a ello os he convocado Maestro, tengo la primera alma condenada, y espero que os satisfaga. - respondió sin ápice de orgullo, todo un logro para él.

- Eso nos complace. Veo que te tomas en serio tu misión y así es como debe ser, así pues hablamos de esa alma y te responderemos si nos satisface o la vemos baja.

- Se trata de un niño de nueve años que se ofreció a ser el primer desaparecido del pueblo. Se llama Ignacio y nada se de su familia, pero estoy seguro que el dolor de todos ellos os complacerá, solo debéis buscar a la mujer que más llore en estos días y daréis con su madre. El alma condenada ya reposa en el recipiente a la espera de ser entregado. Aun se debate por volver y sigue caliente.

- Si es así como nos cuentas querido Quiómus, estamos satisfechos con tu primera alma, aunque espero que entiendas que con el paso de los días te será más difícil recabar almas cuando se vayan dando cuenta que tu número tiene algo... especial.

- Los Maestros Principales no deben preocuparse por tal hecho ya que no siempre será recabada el alma de esa forma. Dispongo de varios "trucos" para seguir condenando almas sin que sea yo el autor mismo del truco. - sonrío al saber que aquello había sorprendido a sus Maestros. Y siguió para continuar su momento de gloria. - He pensado que para mandaros la primera alma la podemos hacer de dos formas diferentes, bien ahora mismo a través de esta reunión... O bien que mi sobrino, mejor dicho, que Crakium venga y os la haga llegar y ya de paso quedarse y jugar con los pequeños del pueblo para así palpar el ambiente en el pueblo además de tener otra arma para recaudar almas condenadas.

- Realmente me sorprendes querido Quiómus, vemos que tu amplia experiencia es recompensada con grandes y ideas y no podemos hacer menos que cumplir tus deseos pues entendemos que tienes razón. Deberás tiene una historia y un nombre para él a su llegada. No queremos pasos en falso, así pues encomendamos el peso de todo en ti y en tu demostrada experiencia. Volveremos a hablar cuando recaudes la segunda alma, así pues hasta dentro de unos pocos días querido Quiómus. Salve y oscuridad para tus actos.

- Salve y oscuridad para sus actos, Maestro.

Una vez el circo dejo de girar y fue desapareciendo, descansó la espalda sobre el sofá.  Estaba cansado tras una larga noche. Mañana tendría un día interesante para esquivar las preguntas sobre Ignacio. Estaba seguro que vendrían en unos días u horas para preguntarle todo lo relacionado con el pequeño. También deberia pensar una historia para su sobrino y que fuera creible para todos. Pero eso sería mañana. Estaba cansado y se merecía descansar para lo que vendria. Una pregunta de su maestro Hórtrux le vino a la cabeza y le hizo dormir con una sonrisa. ¿Quien dijo que hacer el mal era fácil? 

2 comentarios:

  1. Poniéndome al día... Interesante como se torna la historia.

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  2. Hola!!

    Pobre chico con quien tuvo que encontrarse cuando solo tenía la ilusión de ser participe de un espectáculo... Me ha encantado como sucede todo y las descripciones que invitan a seguir leyendo, contando lo necesario para mantener el misterio.

    Muchos besos mi niño!!!

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