Sangre
Hacía días que no sangraba. Hoy lo he vuelto a hacer. He sentido el calor indiferente del carmín sucio de nuestro cuerpo recorrer mi piel, y lo he sentido de nuevo. Ese miedo a caer soñando, ese miedo a soñar cayendo. Cierro los ojos y me olvido tapar la herida. No sirve de nada, ese placer cae por mi cuerpo como la más perfecta droga. ¿Quién necesita un porro cuando la sangre puede calentarnos y embriagarnos de placer?
Hacía días que no sangraba. Lo necesitaba. Ansiaba esa sensación olvidada. Esa relajación al sentir el acero sobre mi piel y olvidar mis problemas y mi negro futuro. Quiero dejarla caer hasta sentirla por todo el cuerpo. La noche y la luna me acompaña. Nada puede fallar si el rojo, el blanco y la oscuridad combinan en perfecta armonía. Pongo música. Hago bailar a las gotas que manchan mi ropa y las blancas sábanas que cubren mi cuerpo. ¿Quién diría que sigo aquí?
No siento más que silencio, las teclas de un piano abandonado y trazos de un pasado absorto en sentimientos. El pasado, mi válvula de escape reventó como una olla a presión. Iba a hacerlo, era cuestión de tiempo. La noche me ha ayudado a soltar a mis demonios y a que disfruten del leve paseo de humanidad. Hoy me reuniré con ellos y desfogaré mi rabia en los submundos de la conciencia. Hoy olvidaré mis problemas en el instituto, hoy no pensaré en las palizas que he recibido durante años, hoy pensaré en venganza, y aunque haya una cruz que tapie mis sueños, aunque sienta la tierra fresca sobre mi mente reventada, prometo volver, volver a algún día a ser quien fui, o quién soñé.
Nada importa ahora, solo sé que hacía días que no sangraba, hoy lo he vuelto a hacer y ese calor me lleva inexorablemente con mis demonios, a mi catre, a mi rincón lleno de plumas y sangre coagulada. Adiós infierno, hoy regreso al paraíso.
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