Papel en blanco
Hacía tiempo que no me enfrentaba a la página en blanco. Recurro a mis amuletos para hacerte frenta y aún así no se qué contarte. No sé sobre qué hablar, ni aún pensándolo. Quizás he perdido la esencia de vertir por aquí ciertas locuras que no soy capaz de decírtelo. Puede que no tenga más que contar y que esto tenga que cerrar al fin sus puertas, quizás sea el momento. Cierro los ojos y escribo a oscuras, por tal de que vengan aquellos momentos en los que aún era algo. Los abro pero me quito las gafas, presiono los ojos por ver si queda algo que exprimir en una mente con demasiadas aristas y ningún interés porque siga encendida.
Quizás este sea el mejor retrato de mis sentimientos ahora mismo. Desidia, ganas, desgana, sueño e insomnio, cóctel con el que brindaré el día de mi entierro. He parado de escribir, no sé, quiero dejar de hacerlo, ya no es algo que me llene, ya lo hago por inercia, por tener estas puertas abiertas, por si la musa regresa algún día. Quizás este papel en blanco algún día se llene con historias y letras que tengan sentido. Alguno dice que viva para poder contar, pero cuento con no vivir para poder soñar y vivir.
Ni los amuletos ayudan, todo se para y el pause forma parte de mi vida. Miro alrededor y no veo aquello que me haga resurgir y escribir algo decente. Ya te conté todo lo que quería contarte, ya susurré cada silencio y pasado destrozado. Ahora me pierdo entre cabeceos entre una idea y otra para al final acabar aferrándome al silencio que persigo. Y que me huye. Quizás he perdido la esencia de vertir aquí todo aquello que me corroe, quizás porque nada me corroe por dentro. Cierro los ojos y dejo de escribir, que los dioses se apiaden de mi silencio, si es que algún día tuvo algún valor que hoy lo pongan en mi boca y dejen que Caronte me lleve hacia donde debo estar...
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