Papel de tinta negra 2018
He borrado varias veces lo que iba a contaros aún habiéndolo terminado. He querido contar demasiadas cosas y no me he visto capaz de decir en palabras aquello que siento, al menos de momento. Este, cruel, año que finalmente se acaba ha dado para demasiado en mi vida. Muchos malos momentos en los que ha pasado de todo y pequeños oasis de alegrías y felicidad que han hecho, casi, olvidar a todo lo demás. Aunque yo soy de los que no olvidan, más por desgracia que por suerte.
En cuanto a la web, he de decir que ha habido más contenido, aunque no sé más calidad ya que eso está bajo vuestro juicio. Lo que sí es cierto es que lo habéis refrendado con visitas ya que habéis ayudado a la web a batir varios récords de visitas, tanto diarias como mensuales, por consecuencia, anuales. 2018 ha sido el mejor año de la historia de la web en lo referente a los dos parámetros anteriores. Las visitas, eso que tanto gustan a muchos, han subido un 5% con respecto a 2017. Todo un logro viendo el lamentable año que he tenido en casi todos los demás ámbitos de mi vida y que se ha reflejado en los vaivenes que he tenido aquí. He estado a punto de cerrar las puertas de este rincón en poco menos que cuatro ocasiones, sin éxito como podéis ver.
Si habéis seguido mis textos y reflexiones a lo largo del año algo podéis imaginar o vislumbrar, y aquellos pocos valientes que me conocen saben muy bien de qué hablo. Este año, seguramente, ha sido el detonante de un cambio importante de prioridades en mi vida. Papel de tinta negra siempre ha estado ahí, para refugiarme y centrarme en hacer algo mientras muchas cosas a mi alrededor se derrumbaban o simplemente se tambaleaban los cimientos. Pilares importantes han caído, pero me ha servido para ver que nada, ni nadie, es imprescindible en esta vida y sólo quién se va, es quién pierde, no el que se queda esperando.
A ciencia cierta ha sido un año mucho más profundo, ahora que lo pienso. Seguramente caerá algo por aquí en próximas semanas y meses, trastocado en otra historia y con otros sentidos, pero con mucho de mis propios miedos y fracasos intrínsecos.
Quizás 2019 sea el último año para Papel de tinta negra, es el décimo aniversario y bueno, sería una fecha redonda para cerrar las puertas, ¿no creen? O quizás no, quizás sea el año de la normalidad, de esa paz y rutina aburrida que bien sabe la vida que me hace falta desde hace mucho tiempo. Nos iremos contando, aunque de momento toca, un año más, daros las gracias a todos.
Muchas gracias a todos por seguir aquí y apostando por este humilde rincón a las editoriales colaboradoras, que siguen confiando en mi opinión para sus reseñas aunque no lea lo que la mayoría, a las personas que entran que confirman que no soy raro por no leer, ver y escuchar siempre lo que está de moda y por apoyar cada texto, crítica, reseña o simple locura que me da por lanzar a estas tierras que zozobran más de lo que deberían. También agradecer a mis amigos por apoyar la web y animarme y sobre todo, a mi pareja, la gran culpable de que esta web siga abierta aún y disfrutando de su mejor año de vida. Si fuera por mí no habría llegado a la primavera. Como ven, y por suerte, aún me dejo aconsejar por personas que son importantes para mí.
Al fin y al cabo, siempre os acabo contando más de lo que quisiera o debería y ese puede ser el motivo por el que esto nunca cierre, mi pequeña válvula de escape, mi pequeño paraíso en mi propio Infierno, quizás por eso lleve ya nueve años con Papel de tinta negra. Quizás por eso, también, puede que sea el último.
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