Opinión | Navidad y su doble cara
Llegó la navidad y llegó la hipocresía. Ahora es cuando personas que jamás en todo el año se han preocupado por ti aparecen y te felicidan el año. Peor aún, te echan a ti la culpa de que no habléis más y os conminan a que mantengáis la amistad, como si fuera un circuito de un solo carril donde, encima, tengas que estar agradecido por que sigáis hablando. Debo decir que en un principio respondía y, con algunas personas me sentía culpable por no cultivar más la amistad. Con el paso del tiempo me fui dando cuenta que si no gastas tiempo en preguntar a los demás, nadie, o casi nadie, viene a preguntarte a ti. Decidí activar el piloto automático y abandonar toda sociabilidad impostada.
Me ha ido mejor, no lo niego. También han desaparecido varias personas que consideraba jamás se irían pero está todo bien. No seré yo quien ate a nadie que no quiere estar, y si tu no quieres estar no esperes que mendigue o vaya a ti. Esto sucede con los valores en navidad. Estamos acostumbrados a apartar a los más necesitados de nuestras vidas porque "para necesitado yo" como diría un familiar. Luego, en estas fiestas, llega la solidaridad en una cigüeña y lo ves repartiendo comida, regalos y hasta cheques delante de medio pueblo porque oye, "para solidario yo".
Aquí estamos, a mediados de diciembre, con los villancicos del Mercadona a todo volumen y las ganas de ayudar en todo lo alto. Una vez pasan los reyes todo desaparece, la necesidad, la solidaridad, la amistad anual y hasta las ganas de ayudar a los demás. Si no puedes ayudar a los demás, no te sientas mal por esto. Esta opinión va dirigida a quién puede hacerlo y le da igual, a quien lo hace solo en fiestas para que lo vean hacerlo, va para aquellas personas a las que un día ayudaron y hoy, estando en mucha mejor posición, se olvida que un día estuvo ahí, pidiendo comida, mendigando un regalo de navidad para sus hijos o un hombro donde llorar si necesitas desahogarte de toda esta sociedad en la que vivimos.
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