Opinión | Desinformación por bandera
En estos últimos tiempos todos hemos visto y sentido la degeneración que ha sufrido el periodismo. Ha sido palpable en distintos medios de comunicación españoles. Y ello desemboca en el puro morbo a la hora de afrontar una noticia, por dura o hiriente que sea para las sensibilidades, no ya del espectador, si no del familiar de la victima. Un suceso macabro es el mejor punto de partida para ciertos periodistas de explorar hasta el más recóndito recurso de los familiares, vecinos, y canes si fuera necesario entrevistar con tal de generar audiencia o publicidad. Y si unimos todo eso en una coctelera donde la sociedad es el anzuelo, todos picamos sin remedio.
Es casi tradición que los medios se vuelquen con las noticias de última hora, y también es tradición el morbo que traen casi todas las cadenas a los sucesos. El último, el famoso coronavirus. No veremos un programa donde nos den clases sobre lo que tenemos que hacer y se repita el alarmismo creado por los propios medios para darse un festín de audiencia. Otros son los bulos de aquellos iluminados que buscan su minuto de gloria para ser felices y confundir a media sociedad. Prueba de ello son las compras masivas que se han producido en las grandes superficies comerciales.
¿Dónde está el límite? ¿Hasta donde llegará la profesión por tal de tener la primicia o exclusiva?
El límite en este caso los pone los espectadores que deciden sintonizar cual o tal canal, pero en este casto país el morbo, el cotilleo y el entender más que tu vecino pueden más que la simple educación, respeto o sentimiento hacia nadie sea lo que sea que haya pasado. ¿Qué importa si una familia o un pueblo sufre una tragedia si podemos contar todos los más ínfimos detalles del suceso? Nada, no importa nada.
Personalmente, este periocrudismo que no tiene la compasión ni la decencia de respetar nada me repulsa. Dicen que todo evoluciona, mejora, pero en el caso del periodismo, esa evolución volcada también en las redes sociales hace que la profesión seria genere en un pseudo sálvame que todos vitorean con tal de saber cada segundo de tragedia vivida por los demás.
Bienvenidos a España, país del morbo.
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