Ahora en verano salimos a pasear por el pueblo o ciudad turística en
cuestión y paramos a cenar o picotear algo en un bar terraza, taberna o
restaurante. Seguramente tendrás calor y no repares en que el camarero
que te atiende lleva horas trabajando al mismo sol en el que tu llevas
sentado cinco minutos. Quizás no repares que el mismo camarero lleva
doce mesas porque no hay dinero, o ganas, para contratar a otro que le
ayude. Quizás no repares en que en la cocina, el calor suele ser el
doble del que tu soportas. Quizás no sepas que lo mismo que vive el
camarero con la doce mesas, lo vive el cocinero. Quizás sea por eso que
tu genio de verano aguanta poco tiempo antes de gritar o hablar mal al
trabajador.
Quiero decirte que este verano antes de sentarte en un bar, terraza o
restaurante a tomar algo pienses en las personas que están ahí para
atenderte. Como, a pesar de todo, te sonríen cuando le hablas mal o te
piden disculpas cuando tu actitud es la que debería avergonzarte. Como
el cocinero prepara tu plato preferido y acaba gustándote tanto que lo
recomiendas a tus amigos. Ese mismo cocinero que lleva catorce horas
detrás de unos fogones para que tu disfrutes tus vacaciones de verano.
Igual que tu pides respeto para tu trabajo, ellos también lo piden y lo
merecen. Merecen que seas comprensivo por la espera, que sonrías cuando
se acercan y seas cercano con ellos. Te lo agradecerán cuando te traigan
tu comanda. Agradece si ves delante tuya el plato caliente o la cerveza
fría. Todo tiene un gran trabajo detrás que, si no eres del gremio, no
imaginas porque crees que MasterChef son todas las cocinas del mundo y en realidad no son ninguna.
Este verano, antes de caer estropear tus vacaciones con tu impaciencia y
tu mal genio cuando solo intentan que disfrutes a pesar de todo lo que
pasan día a día, piensa en que, dentro de unos años, podrás decir que
pasaste unas grandes vacaciones gracias a todos y cada uno de los
trabajadores de hostelería que se dejan la piel para que te vayas con
una sonrisa.
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