La Princesa De Luz, Descubrimiento

Isabel se quedó pensando en aquella frase que había escuchado. Realmente estaba muy preocupada con lo que había pasado en el bosque. Dudaba mucho de Guillermo y de Elisea. Ella se mostraba muy cariñosa pero su mirada guardaba miles de aristas que no era capaz de descifrar. En cambio él era demasiado serio para confiarle cualquier cosa. Cada vez lo tenía más claro, tenia que huir, pero lo debería hacer con suma cautela.

No podía seguir con ellos, pero tampoco tenía a donde ir. No podía fiarse de nadie, y menos en aquel mundo oscuro en el que se habían convertido los caminos. Debería ir por terrenos desiertos donde, ni los bandidos, se atrevieran a caminar. Pero aquello conllevaba algún que otro peligro que no sabía si estaba dispuesta a soportar. La fuerza de la luz azul caló en su mente, y la relajó hasta extremos de no poder pensar en absolutamente nada. Aquel leve tic tac volvió a sus pensamientos. Los segundos marcados por el mismo la hacían relajarse aún más. Intentó alzarse para ver a aquella persona que estaba delante de ella, pero Morfeo acudió en su ayuda antes que pudiera verla.


Elisea se levantó con la primera luz del amanecer, y tras un breve desayuno a base de pan y queso fresco, dispuso a llamar a Isabel y Guillermo. La pequeña se levantó con tranquilidad y se quedó mirando al cielo en busca de los mismos halos de luces azules. Al ver que otra vez había desaparecido, se acercó a Elisea, y con fingido cariño, le dio dos besos. Guillermo, en cambio se quedó acostado unos minutos más. Tras levantarse acudió directamente a desayunar y salvo una cabezada de buenos días, no dio una palabra más. Isabel comenzó a hablar.

- ¿Cómo te encuentras hoy, Guillermo?

- Bien. - respondió de forma escueta.

- ¿Hacia donde iremos hoy?

- Hacia el norte.Es época de ventas en aquellas tierras, y no podemos desaprovecharlo.

- ¿ A recorrer mundo?

Guillermo la miró con serenidad, y tras terminar con un trozo de pan, respondió.

- Si pequeña, a recorrer mundo.

- Vamos, dejémonos de sueños y comencemos a caminar. Nos queda arduo camino.

Isabel y Guillermo asintieron de forma solemne y tras terminar de desayunar, recogieron sus pocas posesiones distribuidas por el calvero y echaron a caminar. El carruaje iba lento mientras los dos caballos tiraban con desidia del mismo. Guillermo de vez en cuando iba azotándolos para que cogieran ritmo.

- Tardaremos un par de horas hasta llegar a la próxima ciudad. Los caballos todavía están algo asustados.

- Al menos nos podemos deleitar con el paisaje.- comentó Isabel guiñándole un ojo a Elisea.

Ella no pudo si no reirse.Elisea se giró y se puso a mirar a los pájaros sobrevolando el carruaje por el olor a pan. Isabel se quedó mirando el carruaje y con desinterés, se puso a buscar en el carruaje. Tras varios papeles de precios y estadísticas de los distintos números para cada ciudad. Vio varios vestidos arrugados y deshilachados de la juventud de Elisea. Tras ojear un poco más encontró varias botellas de alcohol guardadas en pequeñas cajitas de madera. Seguramente serían para vender a escondidas. Aquello no le importó, todos lo hacen. Entonces lo vio. Se quedó petrificada al ver lo que había escondido en pequeño libro.

1 comentario:

  1. *____________________* Cada día me enganchas más... Te juro que me muero por leer el siguiente, no tardes ¿eh?

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