La Princesa De Luz, Máscaras
Isabel se sentó en un tronco de árbol tirado, con un cuenco lleno de leche. Estaba muy contenta con lo que había pasado, no con la muerte de Guillermo, pero si de que su salvador la hubiera ayudado a librarse de su compañía.
Aquel salvador había llegado en el momento oportuno. Ahora estaba totalmente tranquila al saber que estaba al lado de una persona que la cuidaría perfectamente. Él se había ido a por leña y a por algo de comida para amenizar aquellos momentos de indecisión.Se quedó mirando aquel cuenco de leche, y tras apurarlo al máximo, se levantó y se acercó a Elisea, la cual estaba atada de pies y manos a un gran árbol. Con una sonrisa triunfante se puso delante de ella, y tras arrodillarse, hizo el intento de quitarle el trozo de tela mojada de la boca, y comenzó a hablar.
- Te voy a quitar el trozo de tela, si intentas algo, llamaré a mi salvador y el sabrá que hacer, o si quieres lo hago yo...- esbozó una sonrisa pícara, mientras le quitaba la tela.- ¿Te llamas Elisea?
- Si..- dijo jadeando.
- ¿Por qué me reteníais?
- Estabas con nosotros por voluntad propia. Somos muy encantadores cuando nos lo proponemos.
Un bofetón resonó por todo el calvero donde se encontraban. Elisea no emitió ningún gemido de dolor. Únicamente esbozó una sonrisa de autosuficiencia.
- Sabes quien soy, pero poca gente lo sabe por estos lugares. ¿Cómo lo supiste?
- Tus ojos azules. Son únicos.
- Son iguales que otra mujer que los tenga igual. No hagas que me enfade, según las historias, sabes de qué soy capaz.
- Está bien, te seguimos desde que saliste de tu guarida. Te salvamos de aquellos proscritos para ganarnos tu confianza, y lo hemos conseguido bastante bien.
- Si, pero no todo dura para siempre, y tu muerte dará ejemplo a quien me siga buscando. Serás un buen estigma para estos tiempos.
- Si quieres matarme, hazlo. Pero antes deja que te diga que a quien llamas salvador, no es tal como crees. Espero que me creas, porque cierto es.
- Todo el mundo tiene un precio, y seguro que mi salvador también lo tiene, pero antes, disfrutaré de él, como tu hiciste en antaño, porque te recuerdo que no eres tal vendedora de recetas milagrosas...
- ¿Cómo has sabido...?- titubeó un poco antes de asentir.
- Olvidas quien soy. Mi juventud ensimisma a mucha gente, mientras a otros, los enamora hasta el final.
Elisea asintió levemente en señal de gran respeto ante Isabel, mientras ella siguió hablando, esta vez en susurro.
- Él cree que puede jugar conmigo, pero será al revés. Yo lo usaré cual muñeco de teatro hasta que me canse.Las máscaras pueden cambiar al antojo del actor, y es uno de mis papeles favoritos...
- Si, yo jugué con la mía para intentar entretenerte, pero veo que jugaba con una maestra del disfraz. Te propongo algo. ¿Aceptarías antes de saberlo?
- Me encanta jugar.
- Puede que de este te arrepientas...
- Me gusta el riesgo, y si puedo aprender de la maestra, no temeré a nadie...
- Desde hoy, aprenderás a temerme...
Aquel salvador había llegado en el momento oportuno. Ahora estaba totalmente tranquila al saber que estaba al lado de una persona que la cuidaría perfectamente. Él se había ido a por leña y a por algo de comida para amenizar aquellos momentos de indecisión.Se quedó mirando aquel cuenco de leche, y tras apurarlo al máximo, se levantó y se acercó a Elisea, la cual estaba atada de pies y manos a un gran árbol. Con una sonrisa triunfante se puso delante de ella, y tras arrodillarse, hizo el intento de quitarle el trozo de tela mojada de la boca, y comenzó a hablar.
- Te voy a quitar el trozo de tela, si intentas algo, llamaré a mi salvador y el sabrá que hacer, o si quieres lo hago yo...- esbozó una sonrisa pícara, mientras le quitaba la tela.- ¿Te llamas Elisea?
- Si..- dijo jadeando.
- ¿Por qué me reteníais?
- Estabas con nosotros por voluntad propia. Somos muy encantadores cuando nos lo proponemos.
Un bofetón resonó por todo el calvero donde se encontraban. Elisea no emitió ningún gemido de dolor. Únicamente esbozó una sonrisa de autosuficiencia.
- Sabes quien soy, pero poca gente lo sabe por estos lugares. ¿Cómo lo supiste?
- Tus ojos azules. Son únicos.
- Son iguales que otra mujer que los tenga igual. No hagas que me enfade, según las historias, sabes de qué soy capaz.
- Está bien, te seguimos desde que saliste de tu guarida. Te salvamos de aquellos proscritos para ganarnos tu confianza, y lo hemos conseguido bastante bien.
- Si, pero no todo dura para siempre, y tu muerte dará ejemplo a quien me siga buscando. Serás un buen estigma para estos tiempos.
- Si quieres matarme, hazlo. Pero antes deja que te diga que a quien llamas salvador, no es tal como crees. Espero que me creas, porque cierto es.
- Todo el mundo tiene un precio, y seguro que mi salvador también lo tiene, pero antes, disfrutaré de él, como tu hiciste en antaño, porque te recuerdo que no eres tal vendedora de recetas milagrosas...
- ¿Cómo has sabido...?- titubeó un poco antes de asentir.
- Olvidas quien soy. Mi juventud ensimisma a mucha gente, mientras a otros, los enamora hasta el final.
Elisea asintió levemente en señal de gran respeto ante Isabel, mientras ella siguió hablando, esta vez en susurro.
- Él cree que puede jugar conmigo, pero será al revés. Yo lo usaré cual muñeco de teatro hasta que me canse.Las máscaras pueden cambiar al antojo del actor, y es uno de mis papeles favoritos...
- Si, yo jugué con la mía para intentar entretenerte, pero veo que jugaba con una maestra del disfraz. Te propongo algo. ¿Aceptarías antes de saberlo?
- Me encanta jugar.
- Puede que de este te arrepientas...
- Me gusta el riesgo, y si puedo aprender de la maestra, no temeré a nadie...
- Desde hoy, aprenderás a temerme...
la princesa de luz no era tan buena como yo me pensaba jje ... k misteriooo , esperando hasta la siguiente parte =)
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