La Princesa De Luz, Tierra De Sangre Parte I

Habían pasado dos días desde que Isabel terminara los preparativos de lo que se avecinaba. Todo estaba en una calma demasiado tensa. El tiempo estaba revuelto y las tormentas y el sol se entremezclaban a lo largo del día. Varios charcos de barro se difundían en la tierra, mientras que las ráfagas perennes de viento intentaban despejar en vano las nubes de borrasca que seguían paradas. Había seguido dando de comer de forma esporádica a Elisea, y aunque todavía tenia en mente las palabras de su madre no estaba muy segura, no sabía si soltarla y dejarla ir, o que se quedara y pudiera contar lo que acontecería allí aquella misma tarde. Suspiró y volvió a mirar al cielo. El sol se escondía de nuevo y aquello presagiaba de nuevo tormenta. Era perfecto para sus planes, así que se levantó y se dispuso a andar por el bosque, dejando que las gotas de lluvia resbalaran por su piel.

Había pensado en todo lo que su madre le había contado. Elisea no era rival, y Ruy aparentaba ser lo que no es. Isabel confiaba mucho en lo que era capaz, pero aquella afirmación sobre él la sorprendía. Aquel hombre la habia salvado de las garras de aquel hombre en la ciudad, luego con la flecha había sido cortés y educado. Realmente le caía bien, y no tenía pensado hacerle daño hasta que su madre le contó aquello. Había visualizado los alrededores del entorno y sabía por donde tenía que escapar si todo iba por mal camino. Seguramente Elisea saldría a correr si la dejaba escapar, así que usaría eso a su favor si las cosas se ponían oscuras. Regresó por entre la maleza hacia el calvero donde estaban y vio a Elisea medio dormitar esperando algo que nunca llegaba. Ruy por su parte estaba perfilando la punta de una rama, afilada y mortal. En ese momento Isabel partió varias ramas al pisar y Ruy escondió la rama y la daga rápidamente. Aquello confirmó a Isabel sus pensamientos.Tenía que atacar de forma directa y sin cortapisas.

Tras pensarlo un poco giró sobre sus talones y regresó hasta donde tenía guardado una daga pequeña y varias puntas finas de madera. Guardó la daga bajo el vestido y escondió las puntas entre las pulseras de su mano izquierda, Vio que el palo con la tela y el aceite seguía colgado del árbol y se lanzó hacia el calvero con tranquilidad. Todo había empezado y esperaba que todo saliera bien, y que su orgullo y el nombre de su familia quedara intacto, o al menos no muy dañado tras aquella tarde. Emergió de las sombras de forma airada y tranquila. No tenía interés de atacar a Ruy de frente, era más fuerte y tenía tras él la lanza que podía lanzarla y acabar con todo aquello antes de lo deseado. Él, tenso, se alzó y le ofreció algo de comer, que ella desistió para no poner encima de la mesa todas sus cartas. Ruy contrariado por aquella negativa, insistió hablando.

- ¿No tienes hambre?- preguntó Ruy.

- Hoy no, me he levantado diferente...- respondió con aire ausente.

-¿Diferente? - Si, estos días de lluvia me hacen reflexionar, y creo que llueve para que limpiemos nuestras almas de los malos actos que cometemos. Todos debemos hacer limpieza de conciencia alguna vez, todos la llegamos a tener, y seguramente todos la llegamos a obviar en momentos cruciales.

- Si, todo el que comete actos erróneos tiene la capacidad de rectificar. - respondió Ruy con severidad.

- ¿Y tú? ¿Has cometido algún acto del que te arrepientas?

Los ojos de Isabel brillaban de ansia. Aquella respuesta podía empezarlo todo o posponerlo varios segundos, le daba igual. Todo había comenzado y todo tenía que acabar aquella misma tarde. Ruy por su parte, sopesaba cada palabra que iba a decir, sabía que estaban jugando con él, y no sería él el que rechazara aquella invitación.

- Todos tenemos actos de los que renegamos. Tu misma tendrás muchos, ¿verdad Isabel? La conciencia brilla por su ausencia en depende qué tipo de actos, y tu pasado habla por si solo, así que, ¿Por qué seguir hablando?

Ruy tensó los músculos, mientras Isabel seguía de espaldas a él. Sabía que estaba haciendo, no le hacía falta ver que estaba escondiendo su mano derecha para intentar coger la lanza para arrojarla con fuerza hacia ella. Era fácil de adivinar en un arquero. Había tenido el suficiente tiempo para estudiar sus movimientos y saber que era diestro, por lo tanto debía ponerse cerca de un árbol para cuando lanzara la lanza, se clavara en el mismo. No poseía tanta fuerza con una lanza como con un arco, así que lentamente Isabel se agachó y palpó la tierra mojada. Sabía que allí correría sangre, pero esperaba que con suerte, y con su plan bastante bien cuidado, no fuera la suya.

Esperó unos segundos, sabía que el arquero se impacientaría, y tras meditarlo mucho, agitó la mano izquierda, como si arrojara la arena de su mano al suelo, y una de las pequeñas puntas de madera apareció entre sus dedos. Giró sobre sus talones en cuclillas y lanzó con inusual fuerza la punta, clavándola en los tendonees del hombro izquierdo. Ruy dio un alarido de dolor, y con una sabia sonrisa Isabel se alzó y pensó que ya no podía lanzarle absolutamente nada, luego habló.

- Porque me divierte hacer sufrir a los demás mientras mueren.

2 comentarios:

  1. Niña mala. Van a tener que ponerle un correctivo. Muy buena la forma de lanzarle la estaca, no ha esperado que él hiciera el primer movimiento, chica lista. Espero que no se lie con torturas, Elisea espera.

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  2. O-O IMPRESIONANTE.
    Me has dejado sin palabras, la verdad. Tengo muchas ganas de saber que pasa con Ruy. Esta chica siempre tan retorcida... pobre Ruy xD

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