A La Luz De La Vela...
La vela ha comenzado a alumbrar mi corazón, las sombras invaden mi habitación, al igual que hace un tiempo se apoderaron de mi mente, aquella mente destrozada que hoy te cuenta sus silencios a través de estas líneas que seguramente no leerás. Pero aquel tiempo de querer sentirse leído pasó, pasó y nunca volverá, solo quiero escribir y desahogar las penas que un triste bufón lleva consigo en esto que dicen llamar vida.
Mientras la cera comienza a surcar el cuerpo, me paro a soñar para recordar, pero me doy cuenta que no merece la pena sentir lástima por aquello que nunca existió, puede que todo se centre en el mismo recuerdo, pero debe ser desechado poco a poco para dar paso a aquel recuerdo que si merece la pena, aquella conversación que nunca llegó a nada por miedo, aquel instante en el que pudiste estar con ella y no te lanzaste, aquellas miradas perdidas, aquellas caricias que nunca recordarás porque no tuviste el valor para conseguirlas, por esos recuerdos si debes pelear y llegar a cumplirlos.
Yo pasé por ello, me lamento por no pelear por quien de verdad recorría mi alma con su sola voz, con su sola mirada, pero ese miedo que mi razón ponía delante de mis ojos hizo que te perdiera inexorablemente. Tuvimos dos oportunidades de intentar ser felices, dos oportunidades que primero tu, y luego yo echamos a perder por la misma razón. El miedo.
Hoy día busco la tercera, busco esa oportunidad que me haga sentir de nuevo que estoy vivo a tu lado, ese instante en el que mi respiración se pare como en antaño, aquel recuerdo de tu voz susurrando mi nombre... Busco esa oportunidad y, aunque la respuesta sea negativa, podré seguir caminando feliz, porque al menos eliminé el miedo de mi mente para intentarlo por última vez.
La cera cae sobre la mesa de madera, creando figuras extrañas, mientras recuerdo esos motivos que me hacen aún seguir luchando por esa respuesta. Esos detalles que siempre tuviste conmigo, pero una vez más la razón me hace parar para no volverme loco, me hace detener la imaginación y me recuerda que nada de eso pasará si no voy preparado. Preparado para esa negativa que puedo recibir, preparado para pasar una página que lleva demasiado tiempo pegada a mi piel...
La vela se consume, y con ella la luz que ilumina mi mente, y con esta oscuridad que me consume desaparezco hasta nuestro próximo encuentro.
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