Opinión: País En Venta
Se vende país en maltrecho estado con una sociedad apagada y una economía en coma. Regalamos clase política por no cumplir lo que las garantías que nos dieron anunciaban. Hoy vendería este país a quién quisiera comprarlo y destruirlo para que luego renaciera de sus cenizas. Vivimos anclados en una desidia realmente preocupante. ¿Nos roban? ¿Abusan de nuestros derechos? ¿No nos podemos quejar? ¡Qué más da todo ello si este verano tenemos la Eurocopa. A quién le importa un país cuando once futbolistas son más importantes para un país de pandereta que su propio presente y el futuro de sus hijos. Quedamos a la espera de la estocada final, impasibles delante del televisor viendo como nuestras ínfulas deportivas se cumplen, o no.
¿Dónde quedaron esa juventud que luchaba por sus derechos? ¿Dónde quedó el pasado donde nadie nos gobernaba si no cumplían lo acordado con el pueblo? Ha desaparecido entre corrupción, romerías y partidos de fútbol. El progreso de nuestro país es un regreso a nuestros días más rancios e irreales. La juventud se ve obligada a emigrar a un país extranjero, como hicieron nuestros abuelos. No aprendemos de nuestros errores, somos tan especiales que nos gusta repetirlos décadas después. ¿Quién se acuerda ya de cuando se iban a Alemania a trabajar porque aquí la sociedad se moría de hambre? Nadie, porque hoy se repite con frustración. Quedémonos sentados en una silla del bar, de nuestra casa, con una cerveza de segunda porque no tenemos para la que nos gusta y disfrutemos de cómo once futbolistas ganan millones de euros por intentar meter un gol. Eso nos hace felices, eso nos llena nuestra mísera vida.
Nos acercamos al fin. El futuro se va de nuestro país a marchas forzadas cual legión romana, mientras que el pasado regresa intentando cazar fantasmas que parecían olvidados. No importa, si te quedas serás espectador de primera de como unos grandes ingredientes pueden estropear la mejor de las pociones. Siempre hay garbanzos negros, como dirían mis abuelos. Curioso que en España seamos exportadores mundiales. Vendamos el país a alguien que realmente lo quiera y sepa que hacer con él porque nosotros, a día de hoy, no sabemos hacer nada salvo ver la televisión y disfrutar de toda la basura que nos cuentan.
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