Entrevistas: Ulises Bértolo. "Creo que el escritor nace y muere con cada novela"
Reseña de Orthodoxia
Reseña de La sustancia invisible de los cielos
Anterior entrevista a Ulises Bértolo con motivo de La Sustancia invisible de los cielos
¿Cómo fue el proceso de creación de Orthodoxia?
Doloroso (risas). Me pasé casi dos años buceando entre papeles para encontrar aquello
que quería, con la lupa propia de un historiador. Tuve muy claro desde el principio que
podía construir un thriller en torno al camino de Santiago y al sepulcro del Apóstol,
cuya custodia y conservación está lleno de incógnitas, y tomando la propia Orden de
Santiago como eje central. En cuanto descubrí lo que ocurrió en un determinado
momento histórico dentro del sepulcro y la misteriosa destrucción del monasterio donde
residían los monjes que prestaban sacramento a los caballeros santiaguistas, dejé que
fuera el novelista que llevo quien tomase el mando. Se trata de una novela que
transcurre en el presente pero que tira del pasado y de lo que el mismo esconde.
¿Sentiste vértigo tras las buenas críticas de La Sustancia?
No llegué al punto de sentir vértigo, pero mentiría si no dijera que me imponía cierto
respeto no estar a la altura de las expectativas. Digamos que ese resquemor que sentía al
publicar Orthodoxia se fue diluyendo de manera natural por las buenas críticas que tuvo
desde el principio. De todas maneras creo que el escritor nace y muere con cada novela,
así que cada una es en sí misma un reto y una oportunidad.
¿Qué personaje te ha gustado más crear?
Si tuviera que elegir a uno, diría que a Radic Menz, por su calculada maldad, por su
entrega a una causa en la que cree hasta imponerse la misma disciplina que exige a sus
víctimas, y sobre todo, por la paradoja en la que vive, pues cree que hace el bien cuando
en realidad causa un tremendo mal. Formó parte de la policía del pensamiento del
antiguo telón de acero y es verdaderamente peligroso porque conoce a la perfección las
técnicas de manipulación de la mente. Podríamos decir que Radic Menz es como el jefe
de los hombres grises de Momo.
¿Cómo surgió ese cambio de persona que podemos ver en el libro, es decir, de pasar de
tercera persona a primera?
De alguna manera, el personaje que habla en primera persona, Luis Novo de Azcárate,
noble gallego y experto en la historia de la Orden de Santiago, ofrece al lector su punto
de vista respecto de la historia que cuenta en narrador omnisciente. Me parecía obligado
brindarle esa oportunidad ya que es el que sufre de una manera más directa el poder
omnisciente que Radic Menz ejerce amparado en las nuevas tecnologías. Digamos que
Luis Novo me recuerda al protagonista de la película la mosca de cabeza blanca de
Neumann gritando desesperado mientras la araña avanza inexorable hacia él.
¿Piensas que podría ser mareante para el lector ese cambio de “protagonista”?
Creo que es una técnica extendida en la literatura que puede aportar la dosis de empatía
necesaria que el autor quiere que los lectores tengan con un determinado personaje. En
el caso de Orthodoxia Luis Novo nos cuenta lo que le ocurre casi a modo de diario
y eso adquiere sentido al final del libro, sobre el cual, claro está, no vamos a hablar
(risas).
En la sinopsis se advierte al lector que algunos episodios históricos pudieron haber
ocurrido de una manera distinta a como nos han llegado. ¿Es así?
Uno de los miembros del equipo de investigación que se forma por la Guardia Civil a
raíz de un asesinato acaecido en el Monasterio de Uclés (Cuenca), el libanés Thomas
Noah, es un historiador controvertido por las técnicas que usa en los casos en los que se
recaba su ayuda. La Historia no deja de ser el punto de vista que quien la escribe y
Thomas Noah es un personaje que se esfuerza en adoptar otra perspectiva. Así lo
expone en el curso de una conferencia al principio de la novela y así lo pone en práctica
cuando Interpol lo comisiona para trabajar con la Guardia Civil. Durante la
investigación descubrirá que un importante personaje histórico no era tan recto como
nos lo han pintado y tratará de descubrir que hay detrás de la destrucción del monasterio
santiaguista.
Tengo entendido que a pesar de ser un thriller, Orthodoxia ha suscitado el interés de
algunas instituciones culturales.
Así es. La Academia Xacobea, integrada en una fundación de interés gallego dedicada a
la defensa del Camino de Santiago y a la divulgación cultural del fenómeno jacobeo,
quiso colaborar desde el primer momento en el proyecto. Fruto de ese interés se firmó
incluso un acuerdo de colaboración con la editorial.
Estás de gira presentando la novela y al parecer no paras…
¿Cómo te sienta la
aceptación de la novela?
Pues lógicamente muy bien. La mayor recompensa de un autor es que su obra sea
acogida por los lectores a los que se dirige. Ahora tengo por delante el segundo ciclo de
presentaciones que me llevará por varios puntos de España y que terminará con una
presentación en el propio Monasterio de Uclés, que es donde comienza Orthodoxia, lo
que me hace especial ilusión.
¿Quedaría historia para una segunda entrega de “Orthodoxia”?
Creo que si la hay para algunos de sus personajes, como Thomas Noah, la guardiacivil
Sandra Márquez e incluso para Miguel Reses, uno de sus compañeros, que es un
personaje secundario que fue creciendo para mi sorpresa a lo largo de la historia hasta
ocupar un papel relevante hacia el final.
¿Piensas que necesitamos más voces que escriban sobre novela histórica?
Nunca son suficientes porque la Historia es una fuente inagotable de “historias”.
Muchas veces es un concreto episodio descubierto por casualidad el que consigue
despertar la inspiración en un autor que le lleva a sumirse en este género para construir
un universo en el que entremezcla realidad y ficción. Orthodoxia es más bien un thriller
que usa la historia como coartada de una novela policíaca.
¿Valorarías un cambio de género tras tus dos primeras novelas?
Es muy buena pregunta y la respuesta es sí. De momento, los vientos me llevan a la
novela negra, donde prima mi curiosidad por bucear en los sombras de la psique y en
los miedos que nos persiguen desde niños. Aunque no descarto hacer algo distinto en un
futuro no muy lejano.
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