Entrevista | Jorge Coira: "Sería terrible hacer este trabajo para ganar premios"

 

Lo primero es agradecerte que aceptaras la entrevista y cedieras parte de tu tiempo para responder estas preguntas. Vamos con el inicio de todo…

¿Quién es Jorge Coira? 

Pues... no tengo ni idea. Con la edad voy sabiendo algunas cosas sobre mí mismo pero tengo la sensación de que la imagen que nos formamos cada uno sobre nosotros está más teñida de nuestro miedos y deseos que de una mirada objetiva. Con todo, lo que me gustaría pensar que soy es alguien que vive conectado al mundo -tanto el más próximo (amor, familia, amigos…) como el ajeno- y que intenta divertirse contando historias. 

¿Cómo surgió la pasión por el cine y las series?

Tuvo mucho que ver con mi hermano Pepe, que cuando yo era niño me regalaba libros de cine. Recuerdo especialmente cuando me regaló “El cine según Hitchcopck”. Fue una revelación. También recuerdo la fascinación que me provocaba la cámara de super-8 de mi padre. Era pura magia. Y enseguida (alrededor de los 10 años de edad), me fui apasionando y empecé a devorar películas yendo solo al cine, incluso faltando a clase para ir a las sesiones del cineclub Valle-Inclán, donde se proyectaban clásicos y estrenos no comerciales. Así que ya en EGB, cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, mi respuesta era director de cine. Aunque no acababa de entender por qué a la gente le hacía tanta gracia la respuesta. Para mí era algo de puro sentido común. 

¿Te llamaron loco por intentar cumplir tu sueño? 

Tanto como eso no recuerdo. Pero creo que sí generaba sorpresa. Incluso muchos años más tarde, estando en mi primer trabajo profesional, que era el de hacer promos de las películas y las series que se emitían en TVG (un trabajo estupendo que consistía, básicamente, en ver una película al día y montar la promo -así conocí el cine de Pasolini, por ejemplo-), recuerdo que me empezó a preocupar que quedarme allí me impidiese poder hacer cine. Así que dejé ese trabajo y ahí sí me ocurrió lo de que algún compañero pensase que era una locura abandonar un trabajo bastante seguro (y bien pagado) para lanzarme a un terreno mucho más inseguro. “Ahí fuera hace mucho frío”, me dijeron. Pero bueno, la cosa no salió mal. 

¿Fueron duros los inicios? 

Los primeros cortos fueron básicamente muy divertidos. Coincidí con Luis Tosar en el instituto y nos lanzamos juntos a rodar sin tener ni idea pero disfrutando como locos del juego y del aprendizaje. Además, enseguida entré en contacto con gente a la que admiré (y admiro) muchísimo como Xan Cejudo, Quico Cadaval, las Marías (Pujalte y Bouzas), Mofa e Befa (Víctor Mosqueira y Evaristo Calvo), los Chévere… Gente que se convirtieron en unos maestros esenciales. Fueron unos años muy intensos. Luego, el salto a vivir del asunto ya no fue tan fácil. Hubo momentos en los que parecía imposible. Iban pasando los años y yo seguía haciendo cortos que iban funcionando en festivales pero que no daban dinero. 

Más tarde surgió lo de TVG, pero por lo que te conté antes, no duró mucho. Y cuando lo dejé no las tenía todas conmigo, pero con todo, confiaba en que todo iba a ir bien. Estaba bastante ilusionado con una chica de la que estaba muy colgado y, al mismo tiempo, estaba entrando a dirigir una serie que me encantaba (¡¡y cobrando por hacerlo!!), pero en cuestión de una semana, yo dejé la serie y la chica me dejó a mí. Así que me quedé sin ingresos y con un piso alquilado en Coruña por un año. Fueron unos tiempos en los que alguna vez tuve que pedir dinero prestado a mis hermanos mayores para aguantar, pero poco a poco la cosa se fue encauzando. 


Has dirigido grandes series como El Comisario… ¿Sentiste respeto al empezar un proyecto como Hierro? 

Lo que sentía era, sobre todo, unas ganas gigantescas de lanzarme. Decía Antonio Román (un director muy olvidado pero muy interesante sobre el que mi hermano Pepe escribió un par de libros maravilloso) que sus películas eran como los distintos estadios de la educación reglada: una película era el colegio, otra el instituto, etc. Y de igual forma, me gusta pensar que los primeros cortos que hice fueron mi educación primaria, los cortos en 35 mm. y las primeras series, la educación secundaria; y desde mi primera película hasta las series en Madrid, la educación superior: una etapa que se cerró con la serie “Pelotas” y la película “18 comidas” como trabajos de fin de carrera. Por lo que, en realidad, para cuando llegó “Hierro” lo que sentía era que, por fin, estaba maduro como director. 

Espero seguir aprendiendo (y equivocándome) toda mi vida, pero sí que estoy en otra fase de mi vida, en la que me tomo las cosas con menos miedos. 

 ¿Que surgió antes, la localización de El Hierro o la idea? 

Primero fue la idea de la serie. De hecho, inicialmente pensábamos rodarla en Galicia. Pero una serie de circunstancias extrañas nos llevaron a replantearnos la serie y ahí, en una conversación entre Fosco (el productor), mi hermano Pepe, Ara (mi mujer y también guionista de la serie) y yo mismo, surgió la idea de colocar la historia en esa isla que no conocíamos y que, ni de lejos, podíamos esperar en aquel momento que nos traería tantas alegrías.

 ¿Te esperabas el éxito de la serie tras los vaivenes que tuvo al pasar de Antena 3 a Movistar?

 No. Esperábamos que pudiese funcionar y que tuviese su público, pero no contábamos ni de lejos con lo que vino a raíz del estreno en cuanto a premios, críticas y datos de audiencia. De todas formas, si no lo esperábamos no fue tanto por esos vaivenes que comentas, sino porque lo que queríamos era hacer una serie de la que poder estar orgullosos pero sin perder la conciencia de que íbamos un poco a contracorriente en cuanto a que “Hierro” tiene una mezcla peculiar de elementos muy clásicos y, al mismo tiempo, una mirada diferente, más humana… algo muy alejado de los proyectos de “high concept” que, aparentemente, son los que tienen más papeletas para ser grandes éxitos. Así que sí, en definitiva, fue una sorpresa muy agradable. 

¿Esperabas una segunda temporada? 

Una de las primeras cosas que te planteas al crear una serie es el número de temporadas que puede llegar a tener. Y siempre creímos que “Hierro” podría tener más de una, aunque no fuesen muchas (quizá dos, quizá tres). Dicho esto, no le dimos muchas más vueltas, porque lo que hicimos fue centrarnos en hacer la mejor serie posible sin mirar más allá. Sólo cuando acabamos y todo el mundo parecía satisfecho con el resultado nos planteamos en serio si tenía sentido seguir. En ese momento, la respuesta fue sí. Y de la misma forma, al acabar la segunda y ver que la sensación general era que no sólo estaba a la altura de la primera sino que, probablemente, era mejor, nos volvimos a hacer la misma pregunta. Y en este caso, la respuesta fue no. Por cariño y respeto hacia la serie y hacia el público que conectó con nuestra historia, no queremos estirar el chicle y correr el riesgo de romperlo. 

La idea de realizar algo parecido en islas como Tenerife o La Gomera, ¿la consideráis?

 Fosco ha abierto, junto con gente de Canarias, una empresa allí para desarrollar nuevos proyectos. ¡Y a mí me encantaría rodar en cada una de las islas! Cada una es un mundo. Pero por muy poderosas que sean las ganas de volver, no creo que tenga sentido plantearse hacer algo muy parecido a “Hierro” en las demás islas. Si vuelvo a rodar allí será porque tengamos una historia nueva que nos conmueva y que nos interese contar. “Hierro” ya está hecha, ahora hay que contar nuevos cuentos. 

La serie ha sido reconocida con distintos premios, ¿era algo a lo que aspirabais? 

 Ni de lejos. No nos lo planteamos nunca. Como mucho, aspirábamos a tener un buen estreno en algún festival importante y, por supuesto, esperábamos que pudiese funcionar razonablemente bien en Movistar+ e incluso que pudiese tener una cierta vida a nivel internacional; pero no se nos ocurría ser tan ingénuos como para creer que nos iban a llover premios. Sería una locura plantearlo desde ahí. Y espero no esperar nunca en mi vida algo así, porque sería terrible hacer este trabajo para ganar premios. El éxito y el fracaso son partes de este asunto, pero no pueden ser el corazón que mueva nuestras vidas y nuestras historias. 

 Muchas gracias por tu tiempo, ha sido todo un placer. Espero podamos repetir en un tiempo. Gracias nuevamente.

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