El Primer Sueño, Carta Y Agua

"Querida Carolina:

Seguramente han pasado decenas de años hasta que hayas descubierto estas líneas. Seguramente no sepas quién soy, pero por ahora eso no es lo importante. Seguramente has encontrado el reloj, y tras unos sueños bastantes raros, esta carta ha llegado a ti. No entiendes nada, pero no te preocupes, también me paso a mí. 

Con el paso del tiempo irás entendiendo, pero por ahora solo te puedo decir algo. Mete esta carta en agua y puede que descubras el verdadero sentido de estas líneas.

Tras leer la carta, se quedó varios minutos mirándola. Notaba algo raro en aquellas palabras, pero realmente había encajado todo. ¿Cómo podía saber lo del espejo? Sacudió la cabeza intentando comprender qué había pasado. Segundos después su madre entró en su habitación y alarmada preguntó:

- ¿Qué ha pasado, hija mía?

- El espejo mamá, se ha caído.

-¿ Te has hecho algo, cariño?

- No mamá, estaba acostada, sólo ha sido el susto.

- Menos mal cariño, voy a buscar algo para barrer este lío.- tras mirar a su hija, volvió a preguntar- ¿Seguro que estás bien?

- Si mamá, venga, te acompaño.

Tras acompañar a su madre y limpiar todo aquello, Carolina, tuvo que preguntar.

- Mamá, ¿Aquí ha vivido alguien antes?

- Claro hija, tu abuela vivió aquí con sus padres.

- Entonces todo lo que hay aquí, perteneció a ella, ¿no?

- Claro.- La madre comenzó a mirar extrañada a su hija.

- ¿El espejo también era de ella?- preguntó Carolina con tensión.

- Si, fue un regalo de su madre, por el decimoquinto cumpleaños. ¿Por qué preguntas tanto?

- El susto mamá, que me ha abierto la mente.- tras esto, sonrió de forma pícara.

Su madre soltó la tensión, y relajó el semblante. Segundos después, se despidió de ella con dos besos. Carolina se quedó sentada en la cama, mirando el pequeño espejo que todavía colgaba de sus dedos. Se asomó a la pequeña ventana de su habitación. Se puso a mirar el cielo estrellado. Trazas de humo blanco se mezclaban con miles de aristas de cristal rodeadas de una lámina negra. Escuchó levemente como pequeñas ramas iban rompiéndose, y el sonido cada vez era más cercano. Comenzó a tener miedo, se alejó de la ventana, y se sentó en la cama. Estaba dispuesta a dormirse ya, y evadirse de aquel día.

Se estiró en la cama, y tras colgarse el espejo, intentó dormir un poco. Durante más de diez minutos intentó dormirse, pero le fue imposible. Al momento se acordó. Se levantó como un resorte, e intentó buscar la carta. Rebuscó entre las sábanas, y por encima de la mesa que tenía. No era capaz de encontrarla. Se sentó encima de la cama, y suspiró levemente. Alzó la vista para mirar de nuevo el marco del espejo que reposaba sobre la pared. Se quedó petrificada al ver que la carta reposaba sobre el mismo sitio donde estaba. Con las manos frías por el miedo se levantó y recogió el papel doblado. La carta estaba caldeada.

Salió rápidamente del cuarto y se dirigió a la cocina, y tras llenar un plato hondo de agua, desdobló la hoja y la introdujo. Un escalofrío recorrió su espalda cuando miles de gotas de tinta se esparcieron hasta ocupar cada una su sitio, dentro de la misma hoja. Quedó petrificada al ver que se había dibujado en su interior.