La Princesa De Luz, El Bosque Parte II
Isabel se quedó petrificada al ver a aquellos hombres que los rodeaban. No entendÃa porque los atacaban. Simplemente eran comerciantes, y se dirigÃan a una nueva ciudad. Miró a Elisea, estaba muy nerviosa, y no dejaba de mirarla. Notó algo raro en su mirada, pero supuso que era el miedo. Guillermo, por su parte, estaba mucho más tranquilo, como si se esperara este ataque.
No tardaron en comenzar a hablar, en ese mismo momento Guillermo entró en tensión.
- ¿Que hace una familia tan entrañable por estos caminos?. - comentó el del centro, que habÃa bajado la espada.
- Somos comerciantes, y vamos camino a Barcona.
- ¿Vendéis esencias o, algo que alguien no sabe?
- Vendemos esencias y frascos con embrujos ancestrales.
- Interesante.¿Os podemos comprar algo?- comentó el chico del arco, que no dejaba de mirar a Isabel.
- La niña no está en venta...- soltó Elisea sin pensar.
El hombre alto, tenÃa un porte atlético, además de intimidar con sus ojos verdes. Se quedó mirando a Elisea, extrañado.
- ¿Por qué deberÃamos comprar a la pequeña?
Elisea no podÃa contestar, habÃa hablado más de la cuenta, y miraba a Isabel suplicando perdón. La pequeña no entendÃa nada, pero no le dio tiempo cuando pasó. El tercer hombre que portaba la espada se lanzó hacia ella, pero Guillermo se interpuso para al final llevarse un corte en el brazo izquierdo. Isabel miraba la escena con miedo y confusión.
- Déjanos, comerciante. Tarde o temprano tendrás que hacerlo.
Guillermo se intentó levantar a duras penas, y tras unos momentos se alzó majestuoso ante aquellos ladrones. El mismo se lanzó para asestarle el golpe final, pero tras esquivar el golpe, Guillermo sacó de la espalda un puñal que clavó en la garganta del ladrón, haciendo que falleciera en el suelo, entre un gran charco de sangre.
Los tres restantes se quedaron perplejos ante la agilidad de aquel comerciante y comenzaron a dudar en atacar, o salir corriendo. Guillermo miró hacia Elisea e Isabel para saber si estaban bien, y ese fue el momento para que uno de los dos, atacara con su espada. El primer golpe le hizo un nuevo corte, esta vez en el hombro. Cayó de rodillas a causa del dolor. El ladrón se aproximó para deleitarse con el momento final. Alzó la espada lentamente, hasta mantenerla lo más alto posible. Segundos después la espada caÃa por su propia inercia, cogiendo velocidad.
Elisea se agarró a Isabel para no ver el momento final.
No tardaron en comenzar a hablar, en ese mismo momento Guillermo entró en tensión.
- ¿Que hace una familia tan entrañable por estos caminos?. - comentó el del centro, que habÃa bajado la espada.
- Somos comerciantes, y vamos camino a Barcona.
- ¿Vendéis esencias o, algo que alguien no sabe?
- Vendemos esencias y frascos con embrujos ancestrales.
- Interesante.¿Os podemos comprar algo?- comentó el chico del arco, que no dejaba de mirar a Isabel.
- La niña no está en venta...- soltó Elisea sin pensar.
El hombre alto, tenÃa un porte atlético, además de intimidar con sus ojos verdes. Se quedó mirando a Elisea, extrañado.
- ¿Por qué deberÃamos comprar a la pequeña?
Elisea no podÃa contestar, habÃa hablado más de la cuenta, y miraba a Isabel suplicando perdón. La pequeña no entendÃa nada, pero no le dio tiempo cuando pasó. El tercer hombre que portaba la espada se lanzó hacia ella, pero Guillermo se interpuso para al final llevarse un corte en el brazo izquierdo. Isabel miraba la escena con miedo y confusión.
- Déjanos, comerciante. Tarde o temprano tendrás que hacerlo.
Guillermo se intentó levantar a duras penas, y tras unos momentos se alzó majestuoso ante aquellos ladrones. El mismo se lanzó para asestarle el golpe final, pero tras esquivar el golpe, Guillermo sacó de la espalda un puñal que clavó en la garganta del ladrón, haciendo que falleciera en el suelo, entre un gran charco de sangre.
Los tres restantes se quedaron perplejos ante la agilidad de aquel comerciante y comenzaron a dudar en atacar, o salir corriendo. Guillermo miró hacia Elisea e Isabel para saber si estaban bien, y ese fue el momento para que uno de los dos, atacara con su espada. El primer golpe le hizo un nuevo corte, esta vez en el hombro. Cayó de rodillas a causa del dolor. El ladrón se aproximó para deleitarse con el momento final. Alzó la espada lentamente, hasta mantenerla lo más alto posible. Segundos después la espada caÃa por su propia inercia, cogiendo velocidad.
Elisea se agarró a Isabel para no ver el momento final.
Coño pobre tÃo. Enviados de la mujer mala del principio ¿he? La pequeña es especial y quieren destilar su magia.
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