Sentenciado
Hay sentencias que no se escogen, que caen sobre nuestras cabezas y debemos llevarlas con nosotros hasta el fin de nuestros días. Hay sentencias que, aunque creamos que podemos librarnos de ellas, las llevamos en la sangre. He vuelto a ser sentenciado por una ilusión, por un futuro diferente, por una caricia y unos besos que no me pertenecían. Iluso de mi, que vi caer una flor y pensé que era rico. Hoy no sé a quién escribo estas palabras. Quizás a ti, que te burlabas de mi y hoy tengo que darte la razón, quizás a quien me apoyaba y tuve que decirle la verdad. Hoy vuelvo a sentir la sentencia que llevo sobre mi cabeza.
Créeme, nadie más que yo tiene ganas de desaparecer ahora mismo. Siento que te he fallado, a ti que confías en mi. A ti que todavía no te has decepcionado. Mi sentencia es más fuerte que todo lo que puedo llevar a mover. Hoy me despido de ti y dejo atrás todas las ilusiones, todos los sueños rotos, todas las caricias, besos y vidas que podría haber vivido. Volvemos a la realidad, volvemos al Infierno, de donde nunca tenía que haber soñado con salir, de dónde no tengo alas suficiente grandes para volar...
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