A oscuras

A oscuras me encontraba hace más de cuatro años. A oscuras intentando encontrar el sentido de tantas cosas que no conocía y creía saber. A oscuras fui forjando una muralla tan alta alrededor de mis debilidades que, quizás, me había vuelto inexpugnable hasta para mi mismo y no lograba encontrar el camino de vuelta para intentar volver a soñar y sentir como jamás imaginé. Y llegaste tú, abriendo camino sin que nadie se diera cuenta, y llegaste tú, que rompiste cada oxidada cadena que rondaban ciertas paredes que creía olvidadas, y llegaste tú. Tú que imaginaste y rompiste el camino hacia algo que creía olvidado y enterrado. 

A oscuras fui rompiendo las premisas, las cábalas y hasta mi más firme resistencia a caer de verdad. No quería, no lo deseaba. Había heridas que no conocía, otras que sentía y otras que, seguramente, jamás me enteré. Fuiste tapando cada una de los rayos de luz con los tuyos, fuiste tapando mi tristeza con tu sonrisa, fuiste tapando mi distancia con caricias, fuiste batallando en una guerra que, muchas veces, dudaba que existía. Y existías, vaya que existías. Quizás las mejores guerras son las que se pierden, se pierden aún sabiendo que te volverás loco y, al fin y al cabo, quería hacerlo aún sin querer, sin saber, sin desear pero soñando cada noche. 

Y llegaste tú, con esa luz que hacía desaparecer mi oscuridad, y llegaste tú, inundando todo aquello que estaba vacío, y llegaste tú, destrozando una oscuridad que me consumía pero que era fiel y un sitio seguro. Nos lanzamos al vacío, lo sabíamos, era un gran salto al suelo y puede que sin paracaídas. Pero qué importaba... Yo estaba viviendo a oscuras y tú eras la luz que quería salvarme, y yo, loco perdio, quería que me salvaras...
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