Dieciocho

Tú en el paraíso. Derechos reservados. @JesúsV
A veces caminas por una oscuridad que amas, en la que deseas seguir de por vida. Esas sombras te acompañan cada día y no pierdes la vida que deseas. Pero un día llega un fogonazo, un latido distinto en tu corazón, una mirada escondida que no sabes interpretar, ver como se resquebraja un muro. Tu muro. Te preguntas el motivo y, cuando al final lo descubres, sonríes. Sonríes porque sabes quien es la culpable. La que finalmente se ha alejado de las apariencias y comienza a romper aquello que parecía imposible. 

Sonríe, tu sonríes, te mira, tu le miras, te enamoras, tu mueres. Ciertas inercias que jamás deben perderse y que, gracias a los dioses sigue disfrutando de ello. Si hasta cuando duerme es jodidamente preciosa. ¿Qué más puedes pedirle a la vida cuando la persona a la que amas te ama? ¿Qué más puedes pedirle cuando te cuida como tu lo haces? ¿Qué puedes pedir si el futuro es brillante cuando te guía entre las sombras? Esa luz que amaneció sin darme cuenta y que quebró la espesa niebla que conocía mi mente. 

Créeme que hay momentos en los que me salva la vida sin dejarme caer. El apoyo que necesito para seguir adelante en locuras que tengo, en el futuro en el que creo y en la que me apoya en motivos y viajes que nadie sabe salvo ella y mis miedos. Ese miedo que desaparece con un simple beso, un simple tiro limpio al corazón. Dieciocho, mi perfecto número desde siempre. Y desde hace treinta y tres meses, el número que hizo cambiar mi vida y mis sueños. Esas sombras que me acompañaban cada día ya no aparecen. Aquel fogonazo aun resurge en mi alma cuando marca mi deriva. Esos ojos marrones clavan su vida en mi, y no puedo más que pedirle a los dioses que esa luz jamás acabe, que tu nunca te vayas. 

Te amo mi niña. 
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