Hay Ciertas Músicas...
Hay ciertas músicas que invitan a crear, otras a soñar, otras a hablar y otras a morir. Prefiero estas últimas. Sacan la verdadera esencia de nuestro cuerpo. Emergen como desvalidas por un tiempo anterior en el que era la educación la que regía el mundo y no el dinero y el poder. ¡Va a resultar que soy un romántico!
Hay músicas con las que jamás sentiremos nada, ya sea por desidia, repugnancia o pura ignominia. Durante años he utilizado el mismo sistema para vaciar mi alma. Escuchaba algo, tocaba una tecla de mi muerto corazón y escribía, letras que salían por doquier en un momento dado. Quizás, y sólo quizás, esas frases salían a la luz a lo largo de los meses. Quizás no salían nunca. ¿Qué más da? Mi alma brotaba de remiendos de papel ante una nueva embestida de nuestro destino. Créeme que el futuro es a lo que menos temo. El pasado es aquel que clava cada clavo de nuestro ataúd al final de nuestra vida.
Esos malos momentos se clavan en nuestra piel, casi siempre enlazada a una canción, a un verso, a un simple golpe de batería. La música tiene ese poder de llevarnos a lo más alto de nuestro ánimo como de hundirnos en la miseria si escuchamos ciertas frases y las relacionamos con nuestra vida. Luego están aquellas en las que nuestro cuerpo gime de dolor, miedo, amor o desamor. Luego están aquellas que rajan nuestra alma en pedazos clavando cristales en nuestra alma. Solo aquellas son las que me hacen sentir aquello que debo escribir. Puede que sea el momento, puede que sea la música. Hay ciertas músicas que invitan a crear, a soñar, a hablar, y otras a morir. Y siempre preferiré morir a vivir encadenado.
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