Opinión | Hasta que lo pierdes
Todo en la vida es efímero, sobre todo si lo dejas ir y lo pierdes. Hay cosas que debemos cuidar más de lo que pensamos en nuestro día a día. Bien es cierto que muchos somos más propensos a la soledad que a estar entre amigos pero no todo es la amistad. No cuidamos a nuestras parejas como se merecen en muchos momentos, ya sean por momentos de estrés, momentos duros o en momentos puntuales. Se nos olvida decirles te quiero y cuidar esa relación que nos anima a seguir adelante. Nos olvidamos de, como diría aquel, "regar todos los días antes de que la maceta se muera"
Todo se hace extensible a todos los aspectos de nuestra vida pero, en muchas ocasiones, estamos más centrados en arreglar el móvil, nuestro portátil o mil nimiedades antes de acercarnos a nuestros padres a darles un abrazo o un beso. Es fácil dejar de llamarlos y poner como excusa que estamos muy ocupados para sacar cinco minutos de nuestro tiempo para ver como están. Quítale cinco minutos a vaguear por las redes sociales y disfruta de las relaciones de verdad. Todo es bonito y perfecto hasta que lo pierdes, luego acabaremos llorando porque hemos perdido a esa pareja perfecta que nos complementaba. Lloraremos por no decirles a nuestros padres los te quiero que merecen y abandonarlos a un tercer plano con la excusa de "ya iremos a verlos por Navidad"
No, definitivamente nos quejamos muchísimo más de aquella persona que no nos felicita, que nos nos llama para quedar o que incluso se ha olvidado de nosotros. Antes de todo pregúntate a ti mismo si has cumplido de forma inversa. Los amigos se acaban cansando de tu pasotismo porque amigos hay en todos lados y qué más da uno más que uno menos. Es entonces cuando no hay vuelta atrás y vienen las lágrimas y las reprimendas a uno mismo. No lo hagas sólo por Navidad y cumpleaños. Cuida a tus amigos, a tu familia, a tu mascota, porque no nos damos cuenta de lo importantes que son en nuestras vidas hasta que lo pierdes.
Todo se hace extensible a todos los aspectos de nuestra vida pero, en muchas ocasiones, estamos más centrados en arreglar el móvil, nuestro portátil o mil nimiedades antes de acercarnos a nuestros padres a darles un abrazo o un beso. Es fácil dejar de llamarlos y poner como excusa que estamos muy ocupados para sacar cinco minutos de nuestro tiempo para ver como están. Quítale cinco minutos a vaguear por las redes sociales y disfruta de las relaciones de verdad. Todo es bonito y perfecto hasta que lo pierdes, luego acabaremos llorando porque hemos perdido a esa pareja perfecta que nos complementaba. Lloraremos por no decirles a nuestros padres los te quiero que merecen y abandonarlos a un tercer plano con la excusa de "ya iremos a verlos por Navidad"
No, definitivamente nos quejamos muchísimo más de aquella persona que no nos felicita, que nos nos llama para quedar o que incluso se ha olvidado de nosotros. Antes de todo pregúntate a ti mismo si has cumplido de forma inversa. Los amigos se acaban cansando de tu pasotismo porque amigos hay en todos lados y qué más da uno más que uno menos. Es entonces cuando no hay vuelta atrás y vienen las lágrimas y las reprimendas a uno mismo. No lo hagas sólo por Navidad y cumpleaños. Cuida a tus amigos, a tu familia, a tu mascota, porque no nos damos cuenta de lo importantes que son en nuestras vidas hasta que lo pierdes.
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