Hace tiempo que no te escribo...


Hace tiempo que no te escribo, y no es porque no quiera. Hace tiempo que dejé de creer en la palabra escrita, he aprendido que es algo que acaba deshilachándose en el tiempo sin que nadie la acabe recordando. He aprendido que prefiero actuar, no escribir. Quiero estar a tu lado en cada momento que este camino nos depare. Quizás no sea el mejor acompañante para esta vida, quizás sea una piedra en el camino hasta para mí mismo. Aún así sé que tú estás aquí para subsanar mis heridas y mis propios errores. 

Hace tiempo que no te escribo, y no es porque no quiera. Hace tiempo que sueño contigo, con estar a tu lado. Puedo hacer lo que casi nadie hace. Vivir un sueño cada día que me despierto a tu lado, contigo, perdiéndome en el olor de tu pelo y acabar durmiendo sintiéndote a mi lado. He aprendido que las palabras se las lleva el viento mientras que el surco de una caricia, de un beso, de un futuro juntos queda más marcado en nuestra vida. He aprendido que quiero estar contigo, en cada caída que sienta. Has levantado mis ánimos y mi alma en los peores momentos, animando a quien quería enterrarse, has animado a quién se hundía en el propio infierno de sus recuerdos. ¿Eso ocurrió con palabras? No, fue con hechos, con sentimientos, con tiempo. 

No es porque no quiera, es porque no necesito escribir nada para decirte que te quiero, que quiero estar contigo cada día de lo que me quede en este mundo. He aprendido a tu lado tantas cosas que explicarlas aquí sería contar demasiado a ti que no eres tú, tú quién me acompaña en la vida, con mis pocas virtudes y mis decenas de defectos. 

Hace tiempo que no te escribo, y no es porque no quiera. Quiero susurrarte que estaré ahí, cuando caigas, seré el bastón en el que quieras apoyarte, no seré yo quién te guíe, lo haremos juntos. Por un futuro en el que tu y yo sigamos caminando, entre vientos, tempestades y palabras manchadas de agua y tinta. Cada noche te pediré perdón por mis errores y te agradeceré que me entiendas, que sigas surcando esta mente que se pierde en tantos momentos que ya ni los cuento. He dejado de creer en las palabras escritas, he empezado a creer en las sensaciones, en los actos y los sentimientos. Es por eso que hace tiempo que no te escribo, y no es porque no quiera. 
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