Opinión | El santo de cada día


Ya ha pasado el Día de los Muertos. O Halloween. O día de todos los santos. La cuestión es que la gran mayoría ha ido al cementerio a honrar a sus antepasados con flores, oraciones y horas frente a la tumba en cuestión. Todo es muy bonito hasta que sabes que un gran porcentaje de esas personas solo va ese día para que todos vean que va. Es así de triste. Lo sé por experiencia. Al vivir en un pueblo relativamente pequeño he podido ver como, al acudir al cementerio un día cualquiera las tumbas están mal cuidadas, con flores muertas y con suciedad en las lápidas a mansalva, cosa que no pasa el primer día de noviembre.

Nos hemos acostumbrado a dar una imagen al mundo que no concuerda con la realidad. Si no quieres ir al cementerio a ver, hablar, o sentir la pérdida de sus antepasados, no vayas nunca. Nadie te lo reprochará. El problema es cuando la imagen de familiar dolorido la interpretas una vez al año que, como dicen, no hace daño. Queremos aparentar que seguimos recordando a nuestros padres, abuelos o familiares cercanos para que no nos tachen de insensibles. La imagen prevalece a la realidad de nuestros sentimientos o nuestra forma de ser.

Si bien es cierto que la sociedad te marca la tendencia a seguir, mas si te sales de ella también quedarás señalado a juicio de que no eres sentimental o bien no querías a las personas que ya se fueron. No nos cabe en la cabeza otra forma de recordar, querer y sentir si no son como creemos y realizamos.

No vayas al cementerio una vez al año para hacer un papel, no vayas para que todo el mundo te vea y pienses que añoras lo que no, no lo hagas sin sentirlo. No vayas nunca si es lo que deseas. No contradigas tus pensamientos y tu forma de ser porque alguien te sugiera lo contrario. Ve todas las semanas si necesitas mantenerlos en el recuerdo, ve todos los meses si así te sientes en paz, o simplemente rézales una oración en la intimidad de tu habitación o salón. No es el día de todos los santos y luego los olvidas hasta el año que viene en estas mismas fechas. Es el santo de cada día, de cada día que estás sin esa persona aunque la vida evolucione.

Como diría aquel, nadie muere si no es olvidado. Morirá si lo haces por obligación una vez al año cual Papá Noel entrando por tu chimenea cada 24 de diciembre. 
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