Circo Negro, Oración, II.

El silencio espectral y la estampa que reinaba en la arena central del Circo Maravillas erizaría el vello de la persona más valiente. Aquello contrastaba con el exterior del mundo, donde la fuerza de la tormenta había aumentado de forma considerable una vez el anciano se había situado en el centro de la arena. El bastón comenzó a clavar decenas de ramificaciones de madera, tres en cada dedo de la mano mientras que otros cuatro se clavaban en forma diagonal sobre la palma de la mano de un hombre que no se inmutaba y que parecía disfrutar con todo aquello. Las pequeñas gotas de sangre comenzaron a emerger desde la piel, a lo que impasible, sacó un pequeño cuenco de cristal de unos de los bolsillos del pantalón, y comenzó a reunir todas las gotas que terminaban por morir en aquella especie de espejo que se dibujaba de un rojo intenso y muy brilante.

Roberto al fin abrió los ojos lentamente y contempló como las primeras gotas iban manchando el cuenco. Respiraba lentamente, disfrutando de aquel macabro espectáculo. Instantes después, las ramificaciones comenzaron a retorcerse dentro de la mano, hasta que al fin comenzaron a salir, dejando un pequeño riachuelo de sangre que el anciano se afanó en guardar, haciendo casi malabarismos para que ninguna gota fuera derramada en balde. Alzó la mirada al techo y pudo ver como el pico más alto del Circo Maravillas estaba en silencio. Todo estaba comenzando, y ya era imposible parar.

Una vez el bastón se separó de la piel, comenzó a temblar lentamente hasta que cayó hacia un lado en el suelo, quedando en horizontal a la posición de su dueño. Fue entonces cuando se arrodilló en la arena y tras quitar una de las astillas que no se habían escondido en la madera, la empapó en la sangre y dibujó extraños trazos en la arena seca.

La sangre caía lentamente dibujando círculos, nombres y cruces que parecían en un idioma muy complejo y casi ilegible. Roberto siguió escribiendo unos momentos más hasta que tras dejar el cuenco en el suelo, introdujo tres dedos de la mano derecha y creó tres estelas alrededor de aquel extraño dibujo. El cuenco quedó relegado a un lado y fue entonces cuando tras alzar los brazos en cruz, comenzó a susurrar extrañas palabras con una fuerza inesperada.

- Todo crea esto, todo empieza aquí, mi nuevo mundo empieza aquí y aquí debe terminar hasta que tu lo ordenes. Nada debe cambiar por razón alguna sin que tu lo mandes. Todo crea esto, todo empieza aquí, mi nuevo mundo empieza aquí, y nada debe cambiar pues el pacto quedará cerrado para siempre y con él, mi alma quedará relegada a este circo hasta el fin de los tiempos. Todo crea esto, todo empieza aquí y este es mi nuevo mundo que deberé mantener y cuidar con mi propia alma, pues una vez muerto todo será mío de forma eterna. Todo crea esto, todo empieza aquí.

Fue entonces cuando la sangre comenzó a vibrar lentamente hasta que fue desapareciendo en la arena de un Circo Maravillas que contemplaba aquel espectáculo de forma callada y silenciosa. Aquel extraño dibujo desapareció a los pocos minutos, dejando la arena tal cual estaba antes de la función del plantel de trabajadores. Roberto terminó de recitar aquella oración y tras levantarse con una agilidad impropia, alzó el cuenco de cristal y se acercó a las lonas del Circo, paseándose absorto hasta llegar la primera de las cuatro esquinas teóricas del circo, y tras arrodillarse de nuevo, dibujó el mismo extraño dibujo y recitó la misma oración una y otra vez. Una vez terminada la primera esquina, se dirigió a la segunda y así hasta completar el círculo de la arena central.

Fue entonces cuando al fin se relajó y tras alzar el cuenco, se acercó a la puerta de entrada al circo y esparció las gotas restantes y susurró unas palabras que debían sentenciar todo el futuro del Circo Maravillas.

- Toda alma que quede reclamada dentro de estas lonas quedará aquí por orden del poder que poseo ante ellas. Toda alma que quede aquí quedará a mi disposición para que siga cumpliendo la labor que me ha sido encomendada y que se debe cumplir a riesgo de perder el alma que me ha sido confiada para esta misión. Todo crea esto, todo empieza aquí, y que mi sangre sea testigo ausente del poder del pacto aquí creado. Todo debe ser cumplido y debo ser yo quien lleve a cabo la misión que se confió a mi alma. - y tras alzar la vista al cielo, y mirar con cierta sorna, agachó la cabeza al suelo en señal de un respeto demasiado poderoso para ser interpretado. - Que todo sea cumplido y que mi alma sea el pago a los fallos que pueda cometer. Todo crea esto, todo empieza aquí.

En ese mismo momento la tormenta comenzó a cesar de forma casi radical, quedándose en una suave lluvia mientras el viento desaparecía con miedo de las cercanías de aquel circo que acababa de ser maldecido con un pacto de sangre. Un pacto que nadie conocía y que, por el futuro de todo lo que allí estaba a punto de suceder, nadie salvo él, y muy pronto su nuevo socio, debía conocer de forma íntegra.

Sonrió al acercarse de nuevo al centro y con un golpe del pie izquierdo sobre uno de los extremos, alzó el bastón, que volvió a enredarse a la mano y tras asegurarlo, comenzó a andar, con el sombrero de pico en la mano y con una sonrisa que nadie quería realmente interpretar. Tras aquella oración no había marcha atrás, aquello sólo podía continuar el ritmo que el marcara, y estaba seguro que conseguiría que todo fuera como el deseaba.

Se acercó a los vestuarios, y tras girarse una vez más a admirar aquella parte central, sonrió de forma enigmática, y golpeó los fusibles de los focos, y fue entonces cuando el Circo Maravillas comenzó una nueva vida, una vida en la que todo sería diferente a su pasado más reciente. La fama, el poder y la gloria volverían a aquellas lonas que echaban de menos la sonrisas de unos niños que se habían olvidado del verdadero poder del circo, pero aquel extraño anciano tenía un plan perfecto para volver todo lo que habían soñado, todo lo que se merecía, todo por lo que el Circo Maravillas fue creado y fundado.

Pero nadie se dio cuenta de que el Circo Maravillas acababa de morir tras aquella última función a esos chicos que habían ido al circo. El Circo Maravillas había fallecido y de esas cenizas que habían sido esparcidas por toda la ciudad había nacido un nuevo poder, un nuevo sueño, un nuevo lugar de culto. Aquella noche, tras la Oración a los Diablos, acababa de nacer el Circo Negro, un circo oscuro y poderoso que no iba a dejar escapar las almas que a él se le encomendaran. Nada ni nadie podría con él...

¿Estarán preparados para lo que aquel circo les tiene preparado?

5 comentarios:

  1. Madre mía... ¿En serio?
    Menudo capitulazo. Leyendo el anterior, me intuía algo así, pero no tan fantástico.
    Me siguen encantando tus descripciones, y sigo enganchada a tus historias.

    Un besazo!

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  2. A ver si no iba yo mal encaminado... Roberto o es el Diablo o es un personaje muy satánico jaja A ver qué nos deparan los próximos capítulos pero, lo que está claro, es que el título de la novela por fin se entiende (aunque se intuía por él que algo muy bueno no iba a pasar).

    Yo y mis preguntas... ¿conseguirán pararle los pies? Y si lo consiguen finalmente, ¿deberán cerrar el Circo Maravillas ahora llamado Circo Negro? ¿De verdad la única manera de volver al éxito es colaborando con un malintencionado? Todas estas preguntas y más en el cerebro sentimentaloide de Abel Jara Romero. Un abrazo, Jesús.

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  3. "Aquella noche, tras la Oración de los Diablos, acababa de nacer el Circo Negro" ¡ME ENCANTA! Un capítulo fantástico ¡Si señor!

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  4. Como todo lo que escribes, me ha encantado. Aunque he de decir que al llegar al final un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. La verdad es que es perfecto, cada palabra que utilizas es la adecuada y tienes un enorme talento. Sigue así!
    Un beso,


    Maia

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  5. Este capítulo me ha encantado mi amor, muy buena forma de comenzar la historia del Circo Negro y dejar atrás el Circo Maravillas. Me gusta mucho como lo describes y le das realismo a la parte satánica (o como la quieras llamar jaja). Lo bueno de leerlo tiempo después es que no tengo que esperar capítulos, así que ¡¡a seguir leyendo!!
    Te amo muchísimo mi vida!!!

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