Mundo Series | Game Of Thrones, temporada ocho
Título: Game of Thrones
Año: 2019
Duración: 45/90 minutos
Nº de episodios: 6
Temporadas: 8
País: Reino Unido
Reparto: Nikolaj Coster-Waldau, Lena Headey Emilia Clarke Richard Madden Iain Glen Kit Harington Sophie Turner Maisie Williams...
_SINOPSIS_
Tras la muerte del Rey las casas de Poniente pugnan por ser la que ocupe Desembarco del Rey y con ello el Trono de Hierro.
_OPINIÓN PERSONAL_
Las ganas que tiene la base fan de hacer de esta serie un icono mundial está surtiendo efecto, a pesar de que no tienen demasiados motivos para hacerlo realidad. Hoy día cualquier cosa diferente es historia de la televisión y hacer una tv movie en una serie es algo grandioso y una innovación para morirse. Tengo que reconocer que no tenía ganas alguna de ver la temporada final y saber quién se sentaba en el Trono de Hierro. Lo hice por mi pareja y por tener aquí todas las temporadas, ahora bien, ello no quita que hable de las partes positivas de esta, por suerte, última temporada.
El primer capítulo tiene como introducción a todos los personajes y los pone en el tablero. Nos dan unas cuantas noticias para que vayamos calentando el cuerpo. Se agradece tras tanto tiempo sin noticias de Poniente. Viendo el primero nos dan ganas de seguir y nos deja con la miel en los labios por lo que está por venir. Nada más lejos de la realidad, aunque no por el momento. El nivel ascendería hasta su mejor capítulo, para mi punto de vista, en el segundo.
Una semana más tarde teníamos la previa de la guerra. Una entrega que me fascina aunque no será por originalidad, todo sea dicho. Aquí conocemos como casi todos se conjuran para la que puede ser su última noche y se asemeja a los grandes momentos vistos en otra serie de épica fantasía como en El Hobbit o El Señor de los Anillos. Si bien la comparación puede ser algo odiosa, nos encontramos con el capítulo con la mejor factura hasta la fecha. Grandes escenas como la consagración de Brienne como lord, al fin y para gusto de todos.
La primera guerra llegaría con el capítulo tercero. Guerra, todo sea dicho, por debajo del nivel mostrada en la de los Bastardos. Nos encontramos con casi una hora y media de serie en la que nos encontramos pocas cosas positivas salvo la muerte de algunos icónicos, pero secundarios a toda postre, de la serie. Pequeñas bajas que, en definitiva, poco importa casi a la fan base de la serie. También asistimos a milagros, ya sean del Señor de Luz o de los Antiguos Dioses al descubrir que los Inmaculados y los Dothraki se multiplican antes de entrar en batalla. El Rey de la Noche se nos queda en llovizna y no encontramos un motivo importante por el que tenerle miedo. Es una guerra que se resuelve demasiado pronto, sin emoción ni tensión, para el tiempo que llevan preparándola y avisando a los espectadores. Un auténtico desastre si no fuera por el final en el que la pequeña Stark, una vez más, salva los muebles de Game Of Thrones.
Si el despropósito ya había comenzado en el capítulo pasado, en el siguiente vislumbramos el desastre absoluto que hemos visto en los dos siguientes. La degeneración de varios personajes se hace de forma tan abrupta, y forzada, en algunos momentos que llega a ser lamentable como han perfilado de forma brillante para destrozarlo deprisa y corriendo. El final deja en evidencia el ridículo hacia el que iba la serie en ciertos aspectos. La última guerra, se queda más bien en barbacoa, si me permitís el humor negro. La locura hace acto de presencia y nos encontramos con el sinsentido más grande aunque, por mucho que sepamos que lo han ido dejando caer, el problema no es el fondo sino la forma.
Resumiendo, no había ganas de ver este último capítulo. Si la serie ya venía flojeando desde que se quedaron sin libros que seguir, la última entrega erra en varios aspectos, como el detalle del magnífico caballo blanco y a salvo para Arya que viene como su salvación divina y que desaparece nada más empezar el nuevo. A partir de ahí vemos que será un capítulo costumbrista y que no tendremos nada que no esperábamos, y así es. Una hora y veinte que nos deja con un par de grandes momentos como la persona que finalmente se sienta en el Trono de Hierro y del destino de varios de los personajes más icónicos de la serie.
En definitiva, una temporada que tiembla demasiado al mostrarnos sus cartas que, seamos sinceros, no son las mejores para una partida. Seis últimos capítulos que hacen de Game Of Thrones una serie icónica dentro de la cultura pop actual pero que baja el nivel con respecto a sus primeras tandas de episodios. Un final digno, elegante y que a muchos sorprenderá y contentará, pero sabiendo la historia que guarda, el verdadero fan no debería celebrar, ni mucho menos. Esta última temporada confirma aquello que vengo diciendo desde la quinta temporada. Game Of Thrones es un fan service que se ha sido engullida por un fenómeno que le ha sobrepasado en esta última tanda. Algún día hablaré sobre la degeneración de la serie a lo largo de las temporadas, pero no será aquí, ni hoy. Aunque se queda algo lejos del podio de las mejores, es una temporada para olvidar y para cerrar una de los grandes fenómenos de la historia audiovisual reciente.
_VALORACIÓN_
4
_OPINIÓN PERSONAL_
Las ganas que tiene la base fan de hacer de esta serie un icono mundial está surtiendo efecto, a pesar de que no tienen demasiados motivos para hacerlo realidad. Hoy día cualquier cosa diferente es historia de la televisión y hacer una tv movie en una serie es algo grandioso y una innovación para morirse. Tengo que reconocer que no tenía ganas alguna de ver la temporada final y saber quién se sentaba en el Trono de Hierro. Lo hice por mi pareja y por tener aquí todas las temporadas, ahora bien, ello no quita que hable de las partes positivas de esta, por suerte, última temporada.
El primer capítulo tiene como introducción a todos los personajes y los pone en el tablero. Nos dan unas cuantas noticias para que vayamos calentando el cuerpo. Se agradece tras tanto tiempo sin noticias de Poniente. Viendo el primero nos dan ganas de seguir y nos deja con la miel en los labios por lo que está por venir. Nada más lejos de la realidad, aunque no por el momento. El nivel ascendería hasta su mejor capítulo, para mi punto de vista, en el segundo.
Una semana más tarde teníamos la previa de la guerra. Una entrega que me fascina aunque no será por originalidad, todo sea dicho. Aquí conocemos como casi todos se conjuran para la que puede ser su última noche y se asemeja a los grandes momentos vistos en otra serie de épica fantasía como en El Hobbit o El Señor de los Anillos. Si bien la comparación puede ser algo odiosa, nos encontramos con el capítulo con la mejor factura hasta la fecha. Grandes escenas como la consagración de Brienne como lord, al fin y para gusto de todos.
La primera guerra llegaría con el capítulo tercero. Guerra, todo sea dicho, por debajo del nivel mostrada en la de los Bastardos. Nos encontramos con casi una hora y media de serie en la que nos encontramos pocas cosas positivas salvo la muerte de algunos icónicos, pero secundarios a toda postre, de la serie. Pequeñas bajas que, en definitiva, poco importa casi a la fan base de la serie. También asistimos a milagros, ya sean del Señor de Luz o de los Antiguos Dioses al descubrir que los Inmaculados y los Dothraki se multiplican antes de entrar en batalla. El Rey de la Noche se nos queda en llovizna y no encontramos un motivo importante por el que tenerle miedo. Es una guerra que se resuelve demasiado pronto, sin emoción ni tensión, para el tiempo que llevan preparándola y avisando a los espectadores. Un auténtico desastre si no fuera por el final en el que la pequeña Stark, una vez más, salva los muebles de Game Of Thrones.
Si el despropósito ya había comenzado en el capítulo pasado, en el siguiente vislumbramos el desastre absoluto que hemos visto en los dos siguientes. La degeneración de varios personajes se hace de forma tan abrupta, y forzada, en algunos momentos que llega a ser lamentable como han perfilado de forma brillante para destrozarlo deprisa y corriendo. El final deja en evidencia el ridículo hacia el que iba la serie en ciertos aspectos. La última guerra, se queda más bien en barbacoa, si me permitís el humor negro. La locura hace acto de presencia y nos encontramos con el sinsentido más grande aunque, por mucho que sepamos que lo han ido dejando caer, el problema no es el fondo sino la forma.
Resumiendo, no había ganas de ver este último capítulo. Si la serie ya venía flojeando desde que se quedaron sin libros que seguir, la última entrega erra en varios aspectos, como el detalle del magnífico caballo blanco y a salvo para Arya que viene como su salvación divina y que desaparece nada más empezar el nuevo. A partir de ahí vemos que será un capítulo costumbrista y que no tendremos nada que no esperábamos, y así es. Una hora y veinte que nos deja con un par de grandes momentos como la persona que finalmente se sienta en el Trono de Hierro y del destino de varios de los personajes más icónicos de la serie.
En definitiva, una temporada que tiembla demasiado al mostrarnos sus cartas que, seamos sinceros, no son las mejores para una partida. Seis últimos capítulos que hacen de Game Of Thrones una serie icónica dentro de la cultura pop actual pero que baja el nivel con respecto a sus primeras tandas de episodios. Un final digno, elegante y que a muchos sorprenderá y contentará, pero sabiendo la historia que guarda, el verdadero fan no debería celebrar, ni mucho menos. Esta última temporada confirma aquello que vengo diciendo desde la quinta temporada. Game Of Thrones es un fan service que se ha sido engullida por un fenómeno que le ha sobrepasado en esta última tanda. Algún día hablaré sobre la degeneración de la serie a lo largo de las temporadas, pero no será aquí, ni hoy. Aunque se queda algo lejos del podio de las mejores, es una temporada para olvidar y para cerrar una de los grandes fenómenos de la historia audiovisual reciente.
_VALORACIÓN_
4
Post a Comment